El mesón El Lebrel abrió sus puertas en octubre de 1995 para seguir la tradición de la antigua Casa Vita, un negocio que montó Vita Agudo, la abuela de la propietaria de El lebrel, Vita Perdigón, en 1941 en la plaza del Rastro. En el año 1983 la Casa Vita se traslada al número cuatro de John Lennon, donde siguió hasta que en 1995 su nieta cogió las riendas y cambió el nombre a El Lebrel.

"En todo este tiempo hemos intentado seguir con la tradición y volver a las raíces haciendo platos inmejorables, como los callos, los morros, la lengua de ternera en fiambre o el conejo de campo", explica Vita. Y es que estos platos se elaboran con las recetas de su abuela y mantienen intacto el sabor de la cocina de siempre, lo que configura a El Lebrel como el único establecimiento de la ciudad en este ámbito.

El pastel de liebre, la caldereta de cordero y el arroz con liebre son algunas de las propuestas estrella de la casa, que gustan sobre todo "a los forasteros que no conocen este tipo de platos". Según Vita, los clientes buscan en este mesón una manera distinta de preparar los productos, ya que "nadie le dedica el tiempo, el cariño ni las maneras de elaborarlos".

La carta de El Lebrel también dispone de una amplia variedad de ibéricos, así como lengua estofada, prueba de cerdo y migas. El precio estándar de las medias raciones es de cuatro euros y las enteras a siete. En este sentido, destaca la apuesta por incorporar comida vegetariana, como el pastel de espárragos y las croquetas de espinacas. Asimismo, Vita señala que trabajan con productos de temporada y que realizan platos por encargo.

En cuanto al horario, cabe apuntar que El Lebrel abre a las doce de la mañana y sirven comidas ininterrumpidamente hasta el cierre. Además, desde hace doce años cuenta con una inmejorable terraza en la alcazaba, un aliciente más para degustar la mejor comida de siempre en un marco incomparable.