Con 830 metros de longitud y una altura máxima de 25 metros, el acueducto de los Milagros es uno de los monumentos más imponentes de Mérida, aunque no siempre tan conocidos. Sobre el cauce del Albarregas y pegado a la vía del tren, acercarse a la estructura no siempre es fácil para los visitantes (desde el centro de la ciudad se accede por un túnel desde la calle Marquesa de Pinares).

"Algunos turistas me preguntan si son solo estos pilares que se ven desde aquí, pero yo les indico que deben continuar para verlo completo", advierte Marlén Granado, propietaria de una tienda de golosinas y dulces situada en esa zona. Seguir su consejo y contemplar con detenimiento la imponente arquería, coronada por numerosos nidos de cigüeñas con sus correspondientes moradoras, merece la pena, especialmente con la milagrosa luz del atardecer.

El Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida estima que debió realizarse en la época de fundación de la ciudad (en torno al siglo I), aunque posteriormente, aún bajo jurisdicción romana, sufrió algunas reformas. Esta estructura permitía traer agua a la ciudad desde el embalse de Proserpina, por el cerro del Calvario, donde se localizó la torre donde se distribuía el suministro a las diferentes partes del núcleo urbano.

La conducción era subterránea hasta que llegaba a una piscina, donde se decantaban las impurezas, en la barriada de Santa Eulalia. Ahí se levantó el llamado acueducto de los Milagros, cuyos arcos combinan el granito y el ladrillo, lo que aporta un "original cromatismo", según destaca el consorcio. El monumento adquirió este nombre por considerarse milagroso que sus pilares se mantuvieran en pie durante siglos.

"LOS MAS GRANDE" "Esto es lo más grande", señala convencido Indalecio Montero, vecino de la zona desde hace 50 años. "Paso por aquí todos los días, porque es mi zona de paso hacia el centro de la ciudad", comenta, ya jubilado, y orgulloso de su cercanía al emblemático monumento, que le hace compartir espacio con quienes visitan la ciudad: "Siempre suele haber turistas, yo me cruzo con muchos".

También lo confirma Marlén Coronado, que recientemente ha abierto su tienda Sweet Candy cerca del acueducto, aunque insiste en su aviso de que algunos visitantes no llegan a observar el conjunto completo: "No sé cómo, pero deberían indicar el trayecto para cruzar el túnel, bajo la vía del tren, y así obtener la vista completa".

Otro de sus puntos débiles lo indica Santiago Iglesias, estudiante de Ingeniería de Diseño Industrial, que lamentaba el mal aspecto habitual del cauce de Albarregas, casi siempre seco y con cierta suciedad. Pero ante todo destaca la belleza del acueducto: "Lo he visto iluminado por la luz del atardecer y me he parado por casualidad, porque suelo salir a hacer fotos. Es muy bonito, como muchos monumentos que hay en Mérida y sus cercanías".