Ha caído en mis manos una rareza literaria (Nuestra lucha contra el acoso en la Administración Pública , Ed. Hontanar ). Se trata de un librito sobre acoso, acosadores y, sobre todo, acosados. En este caso, acosados laborales. Y he tenido el honor de conocer a la protagonista del libro, una acosada en el trabajo. Se llama Pilar y actualmente se encuentra inmersa en una espiral administrativa y judicial que no se la recomiendo a nadie, ni a sus acosadores, por supuesto.

El ataque con violencia proviene de los estudios que sobre diversas especies animales realizó el famoso etólogo Konrad Lorenz . Aunque la primera persona que estudió el mobbing o acoso como violencia psicológica en el trabajo (por un comportamiento hostil y prolongado por parte de superiores o compañeros) fue el psicólogo alemán Heinz Leymann . Para que vayan pensando en lo que significa el mobbing, reflexionen sobre la seducción, que es la primera fase del acoso laboral (ni a Hitchok se le hubiera ocurrido tanto).

Pero, ¿quiénes son los hostigadores o acosadores? En realidad, da igual (pueden ser hombres o mujeres, de cualquier condición social, económica o laboral). Lo verdaderamente importante es que, sean como sean o lo que aparenten, psicológicamente son todos ellos grises, seguramente con problemas de personalidad importantes. Parece que abundan más en las administraciones públicas. Todos ellos son los máximos impulsores de la destrucción personalizada, con la aprobación por silencio administrativo (valga la broma) de sus superiores.

El acoso, una lacra que debe hacer pensar a nuestros dirigentes: nuestro tipo de vida es causa, probablemente, de unas pautas de comportamiento y tensión que no son desde luego nada naturales, o sí (vaya usted a saber), porque el comportamiento de los acosadores es más bien parecido al de una jauría humana. Doctores tiene la Iglesia que podrán explicar el fenómeno.

Solo digo que es realmente difícil conocer las causas de nuestras cuitas (¿patologías?), algunas de las cuales, como el acoso laboral, son de complicada detección, tal y como he podido averiguar tras la lectura del libro y de otras solventes informaciones en internet. En ocasiones el lenguaje, la sutileza del trato y otras actitudes van, ¡qué curioso! (recuerden la primera fase seductiva del mobbing), encaminadas al descrédito y humillación.

XLA POSTURAx de la Administración es desesperante, como las resoluciones que emite. Se ha aprobado recientemente el estatuto del trabajador, que se fija, entre otras cosas, en los objetivos y rendimientos laborales, cuando lo primero que tendrían que hacer es tomar nota de la empresa privada, donde se aplican tales tanto a jefes como a empleados. En nuestra Administración no: si hay que machacar a alguien, que sea al trabajador que da la cara y llama a las cosas por su nombre. Eso les pasa a personas como Pilar, de las que me consta hay muchas deambulando por las administraciones públicas, porque el entorno los convierte en fantasmas, sin destino y, casi siempre, sin autoestima. Todo por cuatro descerebrados (en servicios, secciones y negociados) que suelen creerse vitales en el destino de la Administración. En realidad, si lo pensamos bien, nadie debería dejarse oprimir por personas enfermas e infelices, que solo quieren traspasar su dolor. Y si tan importantes se sienten, que se vayan a una gran empresa a rendir. ¡No caerá esa breva!, porque no valen tanto como creen y durarían lo que unos caramelos a la puerta de un colegio.

Visto lo cual, y para empezar a detectar este problema ordenadamente, recomiendo a los responsables de la función pública que apliquen como obligatorio el psicotécnico a todos los funcionarios y demás personal de las administraciones públicas regionales, incluyendo a los políticos, por supuesto, principales responsables por acción u omisión. No vaya a ser que haya sorpresas y nos demos cuenta de que estamos siendo acompañados en nuestra vida laboral por numerosos magos de Oz, que saben que no han ido a parar allí por sus cualidades profesionales, aunque se engañen a sí mismos pensando lo contrario. Los empleados públicos comprometidos y los administrados se merecen algo mucho mejor.

Creo que estamos todos de acuerdo en que el stress, las malas relaciones laborales, la falta de autoestima y, finalmente, el acoso laboral, son importantes problemas administrativos que necesitan ser abordados seriamente y de una vez por todas por la Administración. Recomiendo la lectura del libro de Jesús García , una proclama de la indefensión que ha sentido una familia por el maltrato laboral desde la Administración, con la complicidad de altos cargos y compañeros y la más que dudosa actitud de los órganos judiciales, que merecería un libro por sí solo.

*Funcionario