Algunas semanas antes de que llegaran estos inesperados días primaverales asistimos a tres conatos de rebelión pacífica en la Puerta del Sol, que nos recordaron intensamente la energía política del 15-M. El pasado 22 de febrero una masiva manifestación clamaba por la escalada de violencia machista, el día 24 se protestaba multitudinariamente contra las diferentes varas de medir de la justicia, y el 25 miles de personas se concentraban contra los recortes en las pensiones.

Estos días de marzo, que han traído por sorpresa temperaturas de primavera, han hecho que se concentraran también algunos acontecimientos, más o menos discretos pero siempre contundentes, que pueden hacernos pensar que el cambio político es posible. Un cambio a mejor, quiero decir.

El domingo 5 de marzo Pablo Iglesias se enfrentó en el programa Salvados (La Sexta), cara a cara, a cinco de sus votantes. Un gesto inusual y sin duda de agradecer que nos trajo una buena noticia: parece que la ciudadanía, o al menos una parte de ella, se está volviendo mucho más exigente de lo que era. Los cinco votantes escogidos afearon a Iglesias muchas de sus actitudes, criticaron la reciente batalla interna en Podemos, cuestionaron la eficacia actual del proyecto e incluso le llegaron a decir que le votaban no porque estuvieran de acuerdo con la mayoría de su programa, sino porque veían en su partido la única posibilidad real de cambio.

También durante estos días de marzo, un autobús naranja ilustrado con mensajes atentatorios contra los derechos humanos ha producido una oleada de solidaridad hacia el colectivo transexual, una realidad muy alejada de casi todos nosotros, pero con la que nos hemos sentido hermanados ante la necesidad de defenderles de los reductos ultraderechistas que contaminan nuestra democracia.

El pasado jueves 9 se convocó la primera gran huelga del año, acotada al sector de la educación que, como siempre, fue un éxito para los convocantes y un fracaso para el Gobierno, pero que en todo caso se convirtió en otro síntoma más del hartazgo ciudadano y de su necesidad de expresarlo públicamente. A las 19 horas del próximo 1 de abril, la Coordinadora 25S, conformada por medio centenar de entidades, ha convocado una manifestación desde la Plaza de Neptuno a la Puerta del Sol, bajo el lema ‘Ante el saqueo de la mafia, justicia social y democracia’, para protestar contra el proyecto de presupuestos de Mariano Rajoy que, por el momento, no tiene más apoyos parlamentarios que los del PP.

NO PUEDO DEJAR de recordar una de las predicciones que hice para 2017 en el artículo publicado el primer lunes de este año: ‘Se van a crear las condiciones para otro 15-M’. Ya es evidente que esas condiciones están ahí, y apenas han pasado dos meses y medio. La duda, como ya exponía en aquellas líneas, es si esas condiciones serán aprovechadas, o todo se quedará en un conjunto de protestas sociales esporádicas y diseminadas. Lo único que puedo decir es que la primavera le sienta bien al cambio en España. Fue un 14 de abril de 1931 cuando se proclamó la II República, un 15 de junio de 1977 cuando se celebraron las primeras elecciones democráticas tras el franquismo, y un 15 de mayo de 2011 cuando la ciudadanía se levantó a favor de una democracia real y en contra del poder de las élites.

QUIZÁ LOS ROMANOS llevaban razón al considerar los idus de marzo como días de buenos augurios. Para ellos, el 15 de marzo, el 13 de abril, el 15 de mayo, el 13 de junio, el 15 de julio, el 13 de agosto, el 13 de septiembre, el 15 de octubre, el 13 de noviembre, el 13 de diciembre, el 13 de enero y el 13 de febrero, eran días siempre propicios. Fíjense en la cercanía de algunas de esas fechas con las tres citadas en el párrafo anterior.

No es menos cierto que fue un 15 de marzo de hace 2.061 años cuando se produjo el asesinato de Julio César. Curiosa corrección del destino que, a largo plazo, le otorgó a Roma el mayor periodo de esplendor de su historia, aunque no precisamente caracterizado por la democracia. No sé si estamos en vísperas de cambios tan sustanciales para nuestro mundo, pero de lo que estoy seguro es de que estamos en vísperas. Tampoco estoy seguro de por qué se llamó Primavera de Praga a la Primavera de Praga que comenzó un 5 de enero, o Primavera Árabe a la Primavera Árabe que empezó un 17 de diciembre. Pero sí, a mí ya me huele a primavera en vísperas de los idus de marzo.

* Licenciado en Ciencias de la Información