El insólito 12-0 que el Barça B le endosó hace una semana al Eldense, en partido de Segunda B, ha devuelto al primer plano un tema ni mucho menos reciente: los amaños en el deporte. Hace un siglo ya se produjo un arreglo en las Series Mundiales de béisbol y la misma mafia ya actuó años después en el boxeo o las carreras de caballos. En épocas más recientes, el mundo del tenis se ve salpicado con frecuencia por esas prácticas indeseables. Y los llamados maletines del fútbol de las últimas jornadas son también un viejo ardid para manipular resultados. Por ejemplo, en el Espanyol-Osasuna del año 2014, que abrió un largo proceso judicial por posible amaño. La irrupción arrolladora de las apuestas por internet ha magnificado el problema hasta extremos insospechados.

En el caso del partido entre el filial del Barcelona y el equipo alicantino las primeras investigaciones que se llevaron a cabo apuntaron a que los acusados podrían haber cometido un delito de «corrupción entre particulares» para tratar de favorecer un resultado inesperado, que generara amplios beneficios entre los apostantes que invirtieron a favor de una goleada fuera de lo común en el Miniestadi de Barcelona. El escándalo se desató el pasado domingo después de que el jugador del Eldense, Cheik Saad, alertara del amaño, lo que provocó que el presidente de la gestora del club, David Aguilar, presentase el lunes una denuncia ante la policía.

Hoy se apuesta por cualquier incidencia de un partido. La Dirección General de Ordenación del Juego estimó que en el año 2015 se movieron más de 5.000 millones en España en apuestas deportivas. Y es en las categorías inferiores donde las mafias pueden actuar por el mayor anonimato y la facilidad con que pueden atraer a deportistas de ingresos limitados. Así ha ocurrido, al parecer, con el Eldense, y corresponde a los organismos y federaciones deportivas articular todos los mecanismos de control y recursos, coordinados con las fuerzas policiales, que sean necesarios para minimizar al máximo estas corruptelas, algo que no siempre se ha hecho. Sobre el infractor debe caer el máximo castigo deportivo y penal si fuera el caso. Están en juego los valores del deporte.