Tengo debilidad por la literatura, el pensamiento y la nación francesa tal vez desde que mi padre me regaló Leyendas de la dulce Francia, que en algún traslado perdí. Se extravió el libro, olvidé algunos relatos irrecuperables, pero para siempre permanecieron los tristes avatares de Roldán , apuesto, imprudente, llorón y valiente, su compañero Oliveros , sensato y leal en la amistad hasta la muerte, el traidor Ganelon , que acabó atrozmente descuartizado, el obispo matamoros Turpín , el emperador Carlomagno , al que siempre imaginaba con la barba llena de flores, y la hermosa y desgraciada Alda , heroína blanca y radiante que acababa muerta de amor.

Adoro Francia, no solo por París, aunque también, sino por ser cuna de genios únicos e inmortales como Rabelais , "Víctor Hugo, Hélas!", --no se pierdan Los Miserables--, Dumas padre e hijo o Flaubert . Algunos de mis mejores recuerdos infantiles se han forjado en la memoria lejana que nunca olvida, entre nombres galos tan variados en su "grandeur" como Astérix , le petit Nicolas, o el Tulipán negro, encarnado en los sueños de mi infancia por Alain Delon , el hombre más guapo jamás nacido.

Hoy recuerdo a esa gran nación, cuyos líderes a veces también hacen el ridículo, no porque Cyrano se haya exiliado, sino porque un equipo científico japonés ha filmado por primera vez un calamar gigante a 630 metros de profundidad en el Pacífico. La colosal criatura plateada, tiene ojos negros, tentáculos de tres metros, visión cien veces más potente que la humana y un cerebro muy desarrollado.

Tal lo imaginamos tantos lectorcitos desde que lo pintara como asesino abisal contra el Nautilus Julio Verne , otro maestro francés. El descubrimiento del Architeuthis evoca mis viajes interiores juveniles y todas aquellas aventuras vividas sin salir de mi habitación. Lamento que hoy tantos niños se lo pierdan y le rindo este humilde homenaje. Prefiero escribir de él que de la verdaderamente monstruosa fauna humana, penosa protagonista del diario relato español, repleto de corruptelas, escándalos, desplantes y desvergüenza.