TStomos un pueblo con vocación nómada. Es aparecer un puente festivo y salimos en manada hacia el primer atasco que se forme. Y el caso es que no tenemos cultura de atasco. Los italianos que viven en una península estrecha y muy atascable, viven los ferragostos entre atasco y atasco. Saben esperar dando voces, cantando, ofreciendo comida a los conductores cercanos, maldiciendo con arias de Verdi al Gobierno, y estableciendo vínculos matrimoniales. Los españoles salimos corriendo y cuando nos detenemos, sólo sabemos alargar el cuello para ver por qué nos paramos y reñir con nuestra pareja que no tiene culpa de la retención de catorce kilómetros. La cultura del atasco debe enseñarse en las escuelas. Hay pueblos cultos que llenan los coches con libros y revistas de ensayo y así, de atasco en atasco, se sacan carreras universitarias y todo. Otros llevan instrumentos musicales y más de una orquesta de cámara ha surgido después de un puente de primero de Mayo. También están los pueblos que en el atasco realizan pruebas deportivas y al llegar las olimpiadas, se llevan todas las medallas. Nosotros no hacemos nada constructivo y así nos va. Tras la bronca con la pareja sólo nos preocupamos de poner Kiss FM en la radio para escuchar a Manolo García , encender un cigarrillo, y musitar por lo bajini contra el Ministerio de Obras Públicas. Debemos estudiar esto de los atascos porque son muchas horas perdidas sobre el asfalto. Aprovechar para hablar con la familia, limpiar el parabrisas, tomarnos la tensión (hay aparatos portátiles muy útiles), componer canciones para Eurovisión (la de este año creo que ha sido compuesta en un atasco) y analizar nuestras vidas.

*Dramaturgo y directordel consorcio López de Ayala