Llevamos un trimestre --100 días en calendario político-- de revisión de datos. Todos peores de los previstos cuando se elaboraron los presupuestos del 2008. El vicepresidente Pedro Solbes ha admitido que el crecimiento esperado del PIB para este año será del 1,6%, y el del 2009, aún menor: el 1%. El efecto de la crisis alcanzará, obviamente, al empleo, que si crece será solo unas décimas. Es una previsión coherente con los datos que se conocieron sobre la evolución del empleo y el paro durante el segundo trimestre --en la práctica, desde las elecciones generales hasta finales de junio-- que recoge la Encuesta de Población Activa (EPA). El dato más revelador es que están en paro 2,38 millones de personas en condiciones de trabajar, el 10,44% de la población activa. Que es un dato pésimo lo prueba que en abril, la última vez que el Gobierno revisó sus predicciones, se dijo que el paro en el 2008 sería del 10,4%. Ya se ha alcanzado la cifra y costará mucho impedir que empeore. Y para el 2009 se admite ahora que el paro llegará al 12,5% en lugar del 10% pronosticado hace tres meses.

El Gobierno revisa también su previsión de ingresos --que bajarán por la contracción del consumo-- y de gastos, como el aumento de la prestación por desempleo. Tras ese baño de realismo, es hora de que el Gobierno articule un discurso creíble por la población golpeada por la crisis y que, al mismo tiempo, empiece a generar confianza.

La evolución del desempleo, sin embargo, tiene excepciones, y Extremadura es una de ellas: el paro bajó en 1.500 personas durante el segundo semestre en nuestra región. Ni que decir tiene que echar las campanas al vuelo sería una temeridad. Extremadura no tiene una actividad económica que le permita resistir, un trimestre con otro, la corriente general española de destrucción de empleo. De hecho, en cómputo interanual el número de parados aumentó en 9.000 personas.

Sin embargo el dato es bueno dadas las circunstancias de la economia española, y hay que valorarlo, porque, por un lado, coincide con que en los últimos doce meses el paro ha aumentado menos en la región que en el conjunto de España, y porque en el segundo trimestre aumentó la población activa extremeña.

Varios especialistas coincidían ayer en este periódico al afirmar que las características de la economía extremeña hacen que, en tiempos de bonanza y de crecimiento del empleo, en Extremadura crezca menos, mientras que en circunstancias de destrucción de empleo, en Extremadura se destruya menos. Los datos de la última EPA parece que cumplen esa condición, lo cual permite que, merced al mayor descenso en España, el paro masculino extremeño roce --está apenas dos décimas-- la media nacional. Es otro dato que hay que valorar porque, con todos los vaivenes y ciclos económicos, desde 1976 no se había conocido una cercanía entre el porcentaje de parados -hombres- extremeños y el de parados -hombres- españoles. La cruz, sin embargo, sigue siendo el desempleo femenino, superior al 20%, que ni baja ni tiene visos de que en los próximos meses pueda perder su condición de ser el más alto de nuestro país.