Cuando creemos en lo que hacemos es mucho más fácil que el resultado obtenido sea el pretendido. Eso mismo es lo que hemos comprobado esta semana con la coherente decisión del Ministerio de Agricultura al rechazar la solicitud del Consejo Regulador de la Denominación de Origen del Cava, compuesto mayoritariamente por productores catalanes, para limitar nuestra producción en Almendralejo.

Hace tiempo que sigo los avances que Extremadura ha experimentado en la producción de cava y he de reconocer que me entusiasma el éxito que han llegado a cosechar esos emprendedores que algunos llamaron locos y que ahora son admirados dentro y fuera de nuestras fronteras. La historia nos recuerda que allá por los años 80 en nuestra tierra, tantas veces ignorada, unos pocos valientes intentaron abrir nuevos mercados e innovar en un sector distinto. Cuando todos nuestros esfuerzos estaban puestos en hacer un vino de calidad y poder competir congrandes D.O. de nuestro país, apostar por hacer un cava extremeño era toda una aventura.

Han sido muchas las dificultades a lo largo del camino y una a una han sido sorteadas. En 1986 se aprobó una ley en Europa por la que se establecían los municipios españoles que podrían ser productores de cava y, por entonces, Extremadura se quedó fuera. Ojo, a propuesta de Cataluña. Sin embargo, tras un largo proceso judicial y dado que se disponía de la D.O. del Cava desde 1983, las bodegas almendralejenses ganaron el pleito y se le concedió la producción.

La producción del cava extremeño ha pasado de 200.000 botellas en sus inicios a 5 millones en los últimos años, motivo por el que el Gobierno de Mariano Rajoy ha considerado que la petición catalana no está justificada. La razón es sencilla: la evolución positiva de la demanda registrada no justificada esta restricción, que únicamente conduciría a la ruina del sector en nuestra tierra para beneficio de quien la solicita. Una vez más, Cataluña.

Afortunadamente, el gobierno central ha puesto en valor nuestra materia prima de calidad, reconocida, valorada y deseada fuera de nuestra región y de nuestro país. Y esta batalla la han ganadonuestros emprendedores, como aquellos que dieron los primeros pasos en los años 80 en Almendralejo, o como tantos otros que a lo largo de nuestra historia han puesto su granito de arena, para hacer que esos productos excelentes, que con tanta dedicación y esfuerzo trabajan día a día nuestros agricultores, formen parte de nuestra identidad regional.

A esos valientes soñadores les debemos nuestro esfuerzo. No pueden caminar solos. Las instituciones deben hacer su labor de acompañamiento. El Gobierno de España ha frenado las intenciones catalanas y ahora la administración regional debe facilitar inversiones importantes para que podamos seguir creciendo y podamos ser más competitivos en este mundo globalizado.

Proyectos como el de los nuevos regadíos en Tierra de Barros, Monterrubio de la Serena y Arroyo del Campo o el plan de industrialización ---ahora abandonados-- son las claves para que de una vez por todas Extremadura ocupe el lugar que merece. Estos proyectos son vitales para nuestros productores y son la mejor inversión para generar empleo y riqueza y para darle visibilidad a una tierra a la que otras comunidades han querido ningunear, pero que ha sabido defenderse con lo mejor que tiene, la excelencia.

* Diseñadora gráfica y

diputada del PP