Cambio de rumbo: ya no habrá fusión entre las dos cajas extremeñas. Primero fue el presidente de Caja Badajoz, Francisco García Peña, quien, en una entrevista con la agencia Europa Press difundida en la mañana de ayer, descartó esa posibilidad; por la tarde fue Caja Extremadura la que la rechazó. Y las dos se inclinan ahora por lo que se conoce como ´fusión fría´, una fórmula que no implica la integración entre entidades ni la absorción de unas por otras, sino una alianza con varias bajo una denominación técnica conocida como Sistema Institucional de Protección (SIP), que permite una unión operativa y financiera manteniendo la marca, las sedes, los órganos de administración y autonomía en la gestión de la Obra Social.

El cambio de rumbo ha sido una sorpresa, a pesar de que el pasado 23 de febrero el presidente de Caja Badajoz, en declaraciones a este periódico, dio a entender que su entidad no se cerraba a ninguna posibilidad, puesto que la fusión entre las Cajas extremeñas "tiene un coste". Los estudios encargados por ambas así lo han puesto de manifiesto: un coste en trabajadores (alrededor de 300 empleados tendrían que salir mediante bajas incentivadas y prejubilaciones); en oficinas (un centenar están solapadas); y el quebranto económico derivado de la reducción de la plantilla y del cierre de las sucursales, calculado en 100 millones de euros.

La existencia de estos condicionantes permite concluir quela decisión tomada por las dos Cajas al descartar su fusión es realista; porque la ´fusión fría´ los soslaya. También es realista porque la integración de ambas en una sola no evitaría a la resultante tener que buscar nuevas alianzas para cumplir con las recomendaciones del Banco de España en el sentido de que el escenario futuro no permite la operatividad de entidades cuyos recursos estén por debajo de los 50.000 millones de euros; y la suma de los recursos de Caja Badajoz y Caja Extremadura queda muy lejos de esa cifra: apenas llega a los 12.000 millones.

La crisis económica, que es económica y es financiera, ha trastocado profundamente las reglas del juego, de tal manera que los objetivos ya no se pueden conseguir ahora con las herramientas de los tiempos de bonanza. Habrá quienes defiendan todavía que la fusión clásica entre las dos cajas de la región es la única fórmula de fortalecer el sistema financiero regional: ese era el argumento que valía para antes de la crisis; ese fue el argumento en que cimentaba sus conclusiones la comisión constituida en la Asamblea, que abogaba por una fórmula de integración que abocaba a la fusión. Hoy, sin embargo, esa fusión sería insuficiente porque quedaría lejos del umbral del tamaño considerado mínimo por el Banco de España. La identidad de cada una se perdería en el proceso por alcanzarlo. La fórmula elegida por Caja Badajoz y Caja Extremadura preserva más su capacidad de influencia que si se disuelven, unidas previamente o por separado, en otra mayor.