La realidad corre deprisa, muy deprisa, las noticias de hace tres días parecen desaparecer del timeline por más importantes que pareciesen para el devenir de nuestro país, en cambio, la vida en verano tiene otros ritmos; mientras escribo este artículo tengo a mi sobrina tirándome del pelo, saltando sobre el sofá, cerrándome el ordenador, lo que me obliga a comenzar este artículo otra vez de nuevo, ella quiere mi atención para contarme algo verdaderamente importante, ha conseguido en dos semanas que lleva en su campamento urbano de verano (benditos campamentos, me apunta mi hermana) a aprender a nadar con solo con un manguito. Todo esto me hace reflexionar sobre todo lo que ha ocurrido esta semana, tantas novedades sobre cuestiones determinantes en muy poco tiempo, frente a lo el ser humano necesita para evolucionar en su aprendizaje, algo que solo se consigue con perseverancia. Mi sobrina, seguramente, no consiga nadar sin ningún manguito hasta dentro de dos semanas, cuando termine el campamento urbano de verano, habrá pasado todo un mes allí en el que practica natación diariamente, incluso puede que hasta el final del verano, sin embargo, el mundo y su actualidad podría dar un giro de 360 grados en solo un día.

La opinión sobre algunas noticias considero que exigen un tiempo de maduración para que sea el trabajo constante y su evolución el que marque la conclusión del mismo. Todos hemos asistido con esperanza, otros como si el mismo apocalipsis hubiese llegado, a las conversaciones entre el presidente del Gobierno de España y el presidente de la Generalitat de Cataluña, el diálogo ha comenzado, ante el colapso producido y la deriva loca, extravagante y peligrosa en la que se encontraba el soberanismo, la luz puede que pronto empiece a verse. Un diálogo dentro de los muros fuertes y robustos de la Constitución puede hacerse, fuera de ellos, solo hay destrucción y conflicto. Ya hemos visto lo que sucede con los intentos de saltarlo, nada bueno parece. Esperemos a ver los frutos de la conversación, demos su tiempo.

Esta semana Trump vuelve a ser noticia, esta vez para pedir más armas, más inversión en defensa y se lo echa en cara a países como Alemania, España o Francia, a la vez, el Tribunal Supremo le ha avalado su veto migratorio.

Más armas, más guerras, y que todos, a pesar de las bombas que caigan sobre ellos, se queden en sus países, ¿no parece un poco injusto?

No consintamos que hagan de nuestro mundo un lugar horrible para vivir, pensemos en quienes están aprovechando el verano para aprender a leer, a nadar, a montar en bicicleta.

Esforcémonos por ellos.