La inminencia de nuevas campañas electorales para los primeros meses del año en curso ha puesto en funcionamiento toda la "maquinaria" --el "aparato" prefieren llamarlo otros-- de los partidos políticos; muy especialmente del partido gobernante, para fabricar nuevas realidades, nuevas victorias y nuevos trofeos --normalmente de oropel y hojalata-- para exhibirlos en los mítines, concentraciones o cabalgatas electorales; ya desde los primeros compases de este año 2015, que está siendo un año de verdadera pesadilla política.

De repente, líderes destacados, ministros, militantes muy significados, simpatizantes y directores de periódicos afines salen a la "palestra" mediática --tertulias, entrevistas exclusivas y otras modalidades de exhibicionismo electoral-- para proclamar que España está ganado de nuevo todos los partidos en las más variadas competiciones y canchas. Y si ellos ganan otra vez las elecciones, volveremos a ser ¡Campeones, Campeones!, como en los años ochenta.

Hasta ahora, en lo único que somos campeones es en el campeonato europeo de desempleo; en la competición universal de desigualdad social; en las pruebas de pobreza infantil; en la marginación de pobres y desahuciados.

Aunque, eso sí, hemos ganado un notable puesto de cabeza en el número de "milmillonarios" y en la acumulación de capitales en muy pocas manos. Ya que según estimaciones estadísticas muy fiables, los 20 mayores millonarios españoles acumulan más riquezas que catorce millones de españoles normales. Aunque declaren a la Hacienda Pública muchos menos impuestos que esos mismos catorce millones; y se les vea muy poco por los ambientes hispanos; ya que prefieren para vivir las montañas de Suiza, de Liechtenstein o de Luxemburgo; o las playas de Sheicheles, Caimán o Jersey, que son bastante más templadas y y lujosas.

DESGRACIADAMENTE hay muchas disciplinas deportivas, en las que hace unos años fuimos y tuvimos figuras destacadas; campeonatos en los que fuimos, de verdad, campeones mundiales; y otras en las que brillaban con luz propia nombres y equipos con la enseña "roja y gualda" que subían a lo más alto del pódium para escuchar la "Marcha de Infantes", con la orgullosa relevancia que dan las gradas del "pódium"; especialmente cuando se ocupa la más elevada.

Los veinte países más capitalistas y contaminantes del planeta han felicitado a nuestro gobierno en su reciente reunión de "G-20" porque ha logrado rebajar notablemente los salarios, ha conseguido suprimir la mayoría de los derechos laborales de los trabajadores, ha situado en los márgenes de la pobreza a varios millones de españoles y está llevando a cabo una intensa "privatización" de servicios estatales y ciudadanos --vinculados al bienestar social de las capas más bajas y desdotadas de la población-- convirtiéndolos en prósperos negocios de empresas privadas, cuyo principal objetivo es obtener rendimientos millonarios a costa de la pobreza general. No puede extrañar a nadie que en el Club de "hipermillonarios" y bancos de Davos --"quintaesencia del capitalismo mundial", refugiado en un "paraíso fiscal"-- también se den parabienes y "congratulations" a los que por allí nos representan.

¡Campeones, Campeones! Ahí están, para demostrarlo los recientes campeones de carreras de motos, que se van a residir a Andorra para no pagar impuestos en el país que le ha dado su nivel competitivo, su prestigio y los cientos de millones que hoy cobran los deportistas "de élite" por su "marca comercial". Ahí están los futbolistas que "refugian" sus impresionantes fichas, primas y nóminas en otros "paraísos fiscales" para resguardarlos de la tormenta impositiva que ruge en España y en los graderíos de los estadios.

Ahí están los numerosos inspectores de la Agencia Tributaria que, en su celo controlador, levantan actas y partes de sanción a cientos de pequeños empresarios, trabajadores y profesionales que intentan llegar a fin de mes con trabajos y horas extras. Padeciendo, en cambio, una explicable miopía o estrabismo óptico cuando miran a las grandes fortunas o a los grandes "fichajes" del deporte nacional.

A finales ya de este comprometido mes de enero, en Grecia se han empezado a oír trompetas de nueva competición. Es un campeonato de natación contra corriente; en aguas heladas, en las que los "jueces" que califican a los nadadores están en contra de que avancen... ¡A ver si en ella volvemos a ser campeones!