VIRUS INFORMÁTICO

La red

Cristina Castro // Madrid

El virus que el fin de semana logro atacar a varias empresas españolas se propagó a escala planetaria. Esto hizo sonar las alarmas de todos los países ante la incapacidad de los miembros de esas empresas para parar el virus, pero este problema no se reduce a la empresas. Hoy en día el ciudadano medio ya dispone de conexión a internet, y de información sensible subida a la red de manera voluntaria, u obligatoria debido a que muchas transiciones bancarias o demás tramites exigen tener correo electrónico y acceso a Internet. A pesar de este uso masivo, los conocimientos sobre seguridad informática del ciudadano medio se limitan a saber instalar el antivirus, lo cual obviamente no es suficiente. Incluso en los institutos y demás centros de educación publica las clases de informática prefieren enfocarse a enseñar a sus alumnos como abrir el navegador y crear documentos, antes que enseñarles como borrar los metadatos de dichos documentos para proteger su equipo e identidad. Ya que evitar el uso de internet es prácticamente imposible hoy en día, invertir algo de nuestro tiempo y dinero en aprender a protegernos en este nuevo mundo podría evitarnos mas de un susto.

FILIBUSTEROS GLOBALES

Ciberpiratas

Agustín Arroyo // Madrid

Una nueva plaga nos puede asolar indefectiblemente, la ciberpiratería mundial. Bucaneros, corsarios, filibusteros, piratas, bandidos, todas estas acepciones nos retrotraen a otras épocas pretéritas un tanto ensombrecidas por la anquilosante artrosis del tiempo. Sin embargo, vemos cómo a través de las redes informáticas se puede desestabilizar las estructuras y los organigramas de las grandes empresas en cuestión de minutos.

La propia seguridad de los estados se puede ver asediada y puesta en peligro por estos ciberpiratas o hackers, que con sus artimañas informáticas hacen temblar los cimientos blindados de sólidas superestructuras corporativas aparentemente invulnerables.

Nuestro mundo se desmorona y desgreña, a veces, con ese concepto inmanejable e irredento que es la vulnerabilidad. El mal no descansa, los métodos de extorsión, chantaje y coacción, son cada vez más sofisticados y eficaces. Los sistemas antivirales, los escudos de protección, las barreras securitarias se licuan ante el ingenio tecnológico de estos sabuesos del destripe y la corrosiva evisceración informática. Somos inevitablemente vulnerables.