TLtos egipcios cuando la "Guerra de los siete días", fabricaron carros de combate de cartón piedra que fueron desperdigando por el desierto para que los israelíes, desde el aire, creyeran que estaban ante un ejército superdotado. Es una maniobra antigua casi hermana del Caballo de Troya (por lo que tiene de atrezzo) y poco eficaz. Los carros de cartón piedra tienen el problema de quedarse de piedra cartón cuando tienen que disparar. Como los figurantes del Congreso norteamericano delante de Aznar. Elegidos unos a cambio de un donuts de fresa, "cazados" a lazo otros por los corredores del Capitolio, seleccionados otros más entre aquéllos que cumplen penas sociales por lavar los coches en un parque nacional, soportaron estoicamente el discurso de don José María y salieron a escape sin aplaudir a cobrar sus donuts y a cambiar aquella hora de coñazo por dos años de libertad condicional. De los auténticos congresistas, los titulares del reparto, no se sabe nada.

Para quienes (a pesar de Concha Rodríguez ) llevamos años intentando convertir el cartón piedra de la escena en elemento capaz de conmover ánimas, esta maniobra de loor a Aznar es un tanto chusca.

Ha faltado un buen director de escena, especialista en figurantes, experto en escenografías y maquillajes. Han faltado elementos de convicción distintos de ese bufete de abogados que a la primera de cambio ha cantado el tema de la medalla. Los bostezos, las risas fuera de guión, las señales de victoria en mitad del discurso y, sobre todo, los labios llenos de churretes de fresa, delataban una puesta en escena muy floja. Por faltar, faltó hasta el apuntador. Y eso que tenían Broadwy a un paso.

*Dramaturgo