THtace ya siete veranos que todos nos enteramos de que el sistema financiero estadounidense estaba infectado de "hipotecas basura", es decir, que las entidades financieras habían concedido créditos hipotecarios a quienes jamás podrían pagarlos. Esa infección se extendió rápidamente por todo el sistema financiero y estallaron en cadena todas las burbujas inmobiliarias, siendo la española la más grave.

Desde que en 2008 se oficializó la crisis mundial más profunda desde la depresión de 1929, la economía invadió tanto nuestras vidas que si queríamos enterarnos de lo que nos estaba pasando teníamos que hacer un cursillo acelerado. Y fue entonces cuando comenzamos a ser sepultados bajo cifras que seguramente dicen algo de nuestras vidas pero nada de nuestros anhelos.

Hablamos de la prima de riesgo, del producto interior bruto, del déficit, de la deuda pública, de la balanza de pagos, de los índices bursátiles, de los tipos de interés y de tantas otras magnitudes que conforman ese lenguaje abstruso que hasta los economistas reconocen que está preparado para que se entienda lo menos posible.

Y la economía lo cubrió todo. Y fagocitó la política. De repente, nuestros representantes solo hablaban de números. Y siguen haciéndolo. Parece como si ya no fuera posible hacer política o hablar de política sin manejar todas las cifras del país, de la Unión Europea y del mundo. Ya sabemos que la economía es fundamental para hacer política. Ya lo sabíamos. Pero la política no "es" economía, aunque ahora lo parezca.

La política son más letras que cifras. Es diálogo, entendimiento, convivencia, paz. Es organización, gestión, bienestar, felicidad. Es sociología, antropología, psicología. Es manejo del poder y de las emociones. Es comprensión del ser humano y capacidad de mejora. Es desarrollo civilizador y fortalecimiento de la voluntad colectiva. Es poder sonreír al futuro gracias a la capacidad para entender el pasado y ordenar el presente. Es un horizonte, un paraíso que quizá no exista pero en cuya búsqueda nos gusta afanarnos.

XHABLEMOSx de paraísos. Este jueves se cumplen 51 años de estas palabras: "... pese a todas las dificultades y frustraciones del momento, yo todavía tengo un sueño ... un día esta nación se elevará y vivirá el verdadero significado de su credo ... que todos los hombres son creados iguales ... que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter". Un sueño cumplido. Y elevado hasta el cielo cuando Barack Hussein Obama se convirtió en el primer presidente afroamericano de EEUU, el 4 de noviembre de 2008. Fueron palabras --que no cifras--, ya saben, de Martin Luther King .

Harvey Bernard Milk dijo en 1978 (sin cifras): "... los jóvenes gays ... que están saliendo del armario ... lo único que tienen es esperanza. Y tienes que darles esperanza. Esperanza por un mañana mejor, esperanza por un lugar mejor al que ir ... Esperanza de que todo irá bien. Sin esperanza, no solo los gays, sino los negros, los ancianos, los disminuidos, los nosotros, todos los nuestros abandonarán". Quizá él lo imaginaba, pero era entonces inimaginable que a partir de 2001 las personas del mismo sexo podrían casarse en algunos lugares del mundo.

La lucha por la paz también ha sido construida con base en las palabras: "La no violencia es un arma inigualable que puede ayudarnos a todos ... Mi democracia significa que cada uno es su propio amo. He leído suficiente historia, y no he visto ningún experimento a tan gran escala por el establecimiento de la democracia mediante la no violencia ... Quiero que adoptéis la no violencia como una cuestión de política". Mahatma Gandhi , que hablaba así en agosto de 1942 --una vez más, sin números--, logró colocar los pilares morales para la independencia de la India, que se materializó pocos años después.

España es un país extraño. A mí me gustaría que la gente conociera más a Azaña y recordara algunas de sus palabras sobre el conflicto con Cataluña en 1932 ("ningún problema político tiene escrita su solución en el código del patriotismo") o sobre la guerra civil en 1938 ("Paz, piedad, perdón"). También me gustaría que José Luis Rodríguez Zapatero fuera recordado por no prolongar el apoyo a la guerra en Irak (2004), o por alentar la Alianza de Civilizaciones (2004-2007), o por convertir a España en el tercer país donde el matrimonio gay es posible en el mundo (2005). Pero no sé si será así.

Lo que sí sé es que hacen falta más letras y menos cifras. Letras sobre la esperanza y la ilusión y la felicidad. Y... ¿saben por qué creo que nuestros políticos nos entierran en cifras? Porque no saben de letras. Es decir, no saben de política. La vieja política se ha atrincherado en los números porque ya no encuentra palabras. Y por eso mismo ya no sirve.