Para coser bien, primero hay que hilvanar, que diría mi abuela. Eso ha debido pensar Pedro Sánchez a la vista de los primeros gestos de trazo largo que le está haciendo a su ‘Nuevo PSOE’, una formación salida de unas primarias vividas a cara de perro, tras las cuales parecía imposible recomponer nada pero que, a la vista del proceder del resucitado secretario general, parece todo lo contrario. Su apuesta por unificar o, al menos, calmar los ánimos tras la guerra interna está funcionando en principio, algo que muy pocos esperaban.

Pedro Sánchez tenía dos opciones: o coser o destruir; o la paz o la victoria. Y ha optado por lo primero en ambos casos, sabedor de que sin un partido territorialmente unido difícilmente podrá llegar a la Moncloa. Así, aparte de los afines como Cristina Narbona, Odón Elorza, Núria Parlon o José Luis Ábalos, el viernes sumó a uno de sus contrincantes, Patxi López, encomendándole una de las patatas calientes de la nueva ejecutiva, la integración territorial; e integró al que puede considerarse uno de los más firmes defensores de la candidatura de Susana Díaz: el extremeño Guillermo Fernández Vara, quien se pone al frente del Consejo de Política Federal, un órgano que hasta ahora presidía la mismísima Susana Díaz y del que salió en 2013 la famosa Declaración de Granada donde se fija el criterio plurinacional del Estado siempre y cuando la soberanía resida en el conjunto del pueblo español.

Con Patxi López subido al autobús federal el sanchismo gana enteros pues integra a parte de la corriente alternativa a su secretaría general. El fichaje de Fernández Vara, por su parte, consigue el puente necesario para su interlocución con los barones. Con Susana Díaz era imposible, y del resto Vara ha sido el más rápido a la hora de recomponer su relación con el secretario general. Una reunión con mesa y mantel en Madrid selló días atrás un pacto de obediencia y puesta a disposición que, por otra parte, es lo que había dicho el propio Vara antes de las votaciones, que ganara quien ganara él se ponía al día siguiente a trabajar con él mano a mano.

Al líder extremeño se le podrá criticar por su cambio de posición en tan corto espacio de tiempo, pero habrá que reconocerle cintura política para entrar en el sanedrín de Sánchez siendo su enemigo acérrimo durante la contienda. No en vano, su apoyo expreso a Susana podía haberle salido muy caro. Las candidaturas alternativas que se han montado en Extremadura cara al congreso regional (la de Eva María Pérez, Loncha Martínez-Pereda y Enrique Pérez Romero) confiaban precisamente en ello, en un desgaste importante como barón. Desde el viernes están esperando algunos una explicación que, en principio, la circunscriben a una mera estrategia de Sánchez por dividir en dos el férreo sector crítico del sur.

A priori, luchar contra quien después ocupa el sillón conlleva que las candidaturas alternativas, sobre todo aquellas que se han caracterizado por trabajar en pro del bando vencedor, tengan una oportunidad de desbancar a quien ostenta el poder regional. Pero con el nombramiento de Vara, que supone su entrada en la ejecutiva federal como miembro nato, se rompe esta premisa; el mensaje que se transmite no es enemistad ni discordia, todo lo contrario, confianza y apoyo.

La paz aún no se ha sellado de todas formas. Todavía no se ha cosido el partido y las heridas siguen estando abiertas. Es más, gestos como el acontecido provocan distensiones, cabreos y pataletas como los hermanos del hijo pródigo que vuelve a casa. Pero para eso está Sánchez, para saber explicar que su apuesta es de unidad y ello también implica no dejar demasiados cadáveres en el camino.

Está por ver qué acontecer sigue el PSOE a partir de su congreso de este fin de semana y cómo se sellan no sólo las personas, sino las ideas. Las diferentes concepciones de partido y de España que conviven en la formación siguen latentes y el acercamiento evidente de Pablo Iglesias, líder de Podemos, a este nuevo PSOE como se vio en el desarrollo de la moción de censura vivida esta semana en el Congreso de los Diputados chirría para algunos sectores.

El giro a la izquierda que propugna el resucitado secretario general deberá ser muy meditado porque puede pasar como cuando a uno le cosen una herida y se levanta de la cama demasiado pronto, que con un movimiento brusco se rompen las frágiles costuras y de nuevo hay que pasar por el quirófano.