TDtesde el cese del alto el fuego de ETA han sido detenidos 14 terroristas, 8 en la última semana, alguno de éstos dispuestos a atentar de manera inminente. Además, la Guardia Civil localizó un coche con 100 kilos de explosivos en Ayamonte sobre cuya finalidad cabe hacer pocas especulaciones. Si yo fuera Txeroki, estaría muy preocupado, reforzaría las medidas de autoprotección y comenzaría a ver fantasmas a mi alrededor.

Dudo mucho que él tenga una imagen de su propia banda tan optimista como la que se empeñan a presentar algunos dirigentes del PP. El último, Alejandro Ballestero, portavoz adjunto de su partido en la Comisión de Interior del Congreso, que insiste en glosar la fortaleza de ETA culpando de la misma al gobierno, al que ha acusado de haber "mirado para otro lado" durante la tregua y ser el responsable "de poner en peligro extremo a la sociedad española". Ballestero no ha sido enmendado por ninguno de sus dirigentes, lo que permite pensar que su exabrupto es doctrina del partido.

Las noticias de los últimos días desmienten abrumadoramente la presunta fortaleza de ETA y la inhibición del Estado respecto a la organización terrorista. Y la estadística histórica no resiste la comparación. Si el gobierno actual ha "mirado hacia otro lado" cuando ha detenido a 92 terroristas durante el "alto el fuego permanente" de ETA, cabría preguntar al diputado Ballestero cómo hemos de calificar la actuación del gobierno de Aznar durante el "alto el fuego indefinido" de la banda en el 99, periodo en el que detuvo a 54 etarras, casi la mitad. Pues, sencillamente, hizo lo que debía y lo que pudo, y tuvo la suerte de tener una oposición que siempre le apoyó y que nunca se atrevió a insinuar que las potenciales acciones de ETA tras la tregua -llegó a asesinar a 46 personas- eran fruto de la desidia del gobierno.

Pese a la eficacia policial, merecedora de todos los elogios, ETA puede volver a matar. Sólo cabe esperar que no suceda y, si es así, que personajes como Ballestero no insistan en la infamia. Porque en democracia algunas insinuaciones multiplican el efecto de las bombas. Y no se puede conceder ese regalo a los terroristas.