WMw añana jueves va a celebrarse en Girona la XIX cumbre hispano-francesa. En la agenda del encuentro se repiten muchos de los asuntos bilaterales que ya se trataron en Zaragoza y París, sedes de las últimas cumbres: las comunicaciones, las conexiones eléctricas, el terrorismo o la inmigración. La cumbre llega en un momento especialmente duro para el Ejecutivo de Zapatero, con la creciente tensión en el País Vasco, pero también se lleva a cabo en un estado de indefinición francesa por la proximidad de las elecciones presidenciales. En este contexto, la idea más feliz puede ser la consolidación del I Fórum de diálogo España-Francia, impulsado en París hace un año y que nace con la voluntad de intensificar las relaciones bilaterales desde la perspectiva de la sociedad civil.

Más allá de la reflexión, sin embargo, se imponen en la agenda asuntos de actualidad acuciantes, como un pronunciamiento concluyente de la definitiva voluntad francesa en cuanto al tren de alta velocidad hasta la frontera hispanofrancesa. Las autoridades de ambos países, tras las protestas de determinados sectores a uno y otro lado de la frontera, se muestran partidarias de elevar a Bruselas esa patata caliente. Es deseable que no se trate de echar balones fuera, sino de un desplazamiento de la decisión a una instancia superior, que luego deberá dar las necesarias explicaciones públicas.