Periodista

La política fue definida como el arte de lo posible y tiende a ordenar conforme a unas ideas aceptadas por la mayoría la convivencia entre los ciudadanos. Hablamos de la antigua república y la democracia. Y, en numerosas ocasiones, pudiera parecer que una vez asumido el poder, los políticos-administradores olvidan los enunciados filosóficos que sustentaban sus programas para convertirse solamente en la segunda acepción de administradores de lo inmediato. Cierto es que cuando se llega a la Administración por mandato electoral, lo urgente es resolver los problemas del día a día, y que muchos de los ciudadanos quieren ver resueltos sus cuitas y sus carencias de forma drástica. Pero también que si en verdad existía un modelo para desarrollar las mejoras que todas las promesas electorales conllevan, el horizonte nunca debe de ser ignorado, e, incluso, tendría que ser el motor que guiara al conjunto de la sociedad.

El asfalto nos consume y apenas levantamos la vista del suelo. Por otro lado, suele culparse a los políticos de pensar más en las elecciones siguientes que en el bien general que debe imperar su gestión. Pero también hay que ser conscientes de la ingratitud y dificultad de la cosa pública y que los grandes principios (puestos en solfa por los partidos conservadores) no cargan de forma constante las baterías del personal. Para ello hace falta que se vislumbre con claridad el futuro, las metas a conseguir, sin retóricas huecas ni declaraciones altisonantes vacías de itinerarios. Sin ir más lejos, ¿dónde va Badajoz?, ¿a qué aspira Badajoz y su ciudadanía? Si se realizara una macroencuesta, quizá los propios vecinos no sabrían contestar más que los lugares comunes de mejoras en el bienestar, equipamientos sociales, asistenciales, etcétera, todas ellas muy importantes, sin duda, pero que no marcan una meta, una ilusión.

Se dice que Badajoz es la ciudad más importante de Extremadura, obviedad reflejo de su mayoría poblacional, y que puede ser la más influyente del suroeste peninsular, declaración de principios vacía si no se acompaña de medidas concretas en un horizonte fijado.

A veces, como autoayuda, lo primero que debe uno es creérselo. Cáceres, por ejemplo, sueña con ser declarada Ciudad Europea de la Cultura del año 2016. Y se ha puesto a trabajar en ello, aunque el alcalde actual será un viejecito en esa época; pero puede ir transmitiendo a sus ciudadanos una ilusión colectiva, porque mejorar las calles, la seguridad y dar más y mejores servicios están en el manual imprescindible de los ediles municipales. ¿Cuál es la meta de Badajoz? De antaño se habla de su influencia como ciudad fronteriza. Y si antes fueron las dictaduras y la muralla de la frontera, ahora es la desconfianza lusa y la falta de confianza en las propias fuerzas. No hay nada programado, nada organizado de forma coherente y sistemática en las relaciones con Portugal, salvo las que dimanan del Gabinete de Iniciativas Transfronterizas de la Junta de Extremadura, y hechos aislados que se pierden en la asimetría de nuestras naciones. Falta un plan general, una meta, un sueño a conquistar. Falta ilusionar a los propios pacenses. Falta concretar la oferta de Badajoz, además de decir que es la ciudad de servicios, con más establecimientos comerciales, con más población, con más posibilidades de crecimiento y con igual o más grado de hospitalidad.

Si el análisis objetivo de la geopolítica nos indica las reales posibilidades con las nuevas comunicaciones en marcha dentro de la Europa comunitaria en un radio de influencia considerable, habrá que empezar a soñar con la elaboración de metas alcanzables a medio y largo plazo. El AVE puede ser una excusa. Badajoz 2010 , al alcance de todos.