TEtn este otoño que arde como verano, quiero levantar mi pluma para homenajear al gremio de editores, asesores de publicaciones, impresores y demás. Se inicia para ellos el desfile de talentos con tochos bajo el brazo exigiendo ver sus obras impresas como pasaporte para la inmortalidad. Como conozco el paño, sé de sus penalidades. Y me acuerdo de otros colegas que hicieron historia soportando hasta el martirio a escritores inspirados . Tollemache-Sinclair, millonario escocés, consiguió publicar en 1912 un estudio titulado Sonrisas y lágrimas que contenía la lista de personajes célebres desgraciados en su matrimonio. Cinco años después volvió a publicar (el método ya se lo pueden imaginar) otra obra titulada Lista de personas que no pueden soportar a Shakespeare . En 1977, John Train , norteamericano, publicaba Remarkable names of Real People , dedicado a los nombres raros que usa la gente. Ahí cuenta cómo un tal Jackson bautizó a sus cuatro hijas: Apendicitis, Laringitis, Meningitis y Peritonitis. Pero el más difícil todavía nos llega de la mano del escritor de Verona, Luigi Novarini, que en 1642 consigue convencer a su editor para que le publicase: Vida de Jesús en el vientre de su madre y De la influencia de las colas de pescado en las ondulaciones del mar aunque esta última y con el mismo título la podemos encontrar años después en Inglaterra firmada por un tal Ernest Ryer (un plagio, seguro). A mis amigos, Marino (De la Luna), Fernando (Editora Regional), Angel, Manolo, Pedro (Libros del Oeste), para que la paciencia no les abandone y resistan esta oleada otoñal de genios literarios buscando imprenta. (entre los que yo me cuento, claro).

*Dramaturgo y director del Consorcio López de Ayala