TStinceramente, he quedado bien en la fotografía que este diario me ha publicado en su Cuaderno del domingo . Aparezco asomado a una tuba, asomado a la superficie de latón de una tuba y con mirada miope y reflexiva (reflexiva por miope). ¿En qué estaba reflexionando? Reflexionaba en nuestra educación musical.

La que recibimos los que ahora somos llamados veteranos por Liborio y por los tiempos. ¡Qué mierda de educación musical! Salvo alguno que entró en una escolanía, otro que pudo llegar a ser discípulo de Esteban Sánchez en algún conservatorio, y mi primo Vicente que aprendió inglés escuchando a los Beatles, el resto no distinguimos una corchea de una cagada de mosca. Y, lo peor, preferimos una Carmina Burana mal interpretada a una maravillosa Sinfonía n.º 4 en Re menor de Schumann , interpretada por ese lujo de orquesta de Extremadura que dirige ese otro lujo de director que es Jesús Amigo .

Reflexiono asomado a la tuba sobre el porqué de un teatro lleno a rebosar para ver cómo unos señores y señoras búlgaros tiraban notas con menos motivación que Zidane jugando en el Ecija, y asesinar la 5. de Beethoven o la magistral obra de Carl Orff (un señor preguntó por teléfono si Carmina Burana venía a cantar a Badajoz) y me entran ganas de arrojarme al interior de la tuba hasta que la educación musical de este país no erradique para siempre este comportamiento. ¿Cómo es posible que se llene un teatro pagando 22 euros la entrada más barata y no se llene pagando 10 euros para escuchar un programa de Strauss y Schumann ? Algún día les cuento cómo una entidad no programaba óperas en junio porque hacía calor y no se podían lucir los abrigos de pieles.

*Dramaturgo y directordel Consorcio López de Ayala