Zapatero no tiene problemas de comunicación. Lo que pasa es que está cometiendo errores políticos graves. Uno, reciente y posiblemente enmendable, anunciar una subida de impuestos, por valor del 1,5% del PIB, sin concretar a quién va a afectar y cuánto. Otro, más largamente incubado y sin vuelta atrás, según parece, es haber provocado la animadversión del grupo Prisa hacia él y su Gobierno.

La nueva posición de El País, y de la SER, pero, sobre todo, la del diario, determinan la actualidad política española mucho más que cualquier otra cosa. El lunes, el Herald Tribune lo resumía así: "El cambio de un periódico leal deja estupefacta a España". El largo artículo --que no añadía nada a lo que aquí ya se sabe sobre la querella entre Prisa y Mediapro, con el Ejecutivo como árbitro muy parcial de por medio-- iba ilustrado con una reproducción de la portada del suplemento Negocios de El País del domingo en la que se veía a Zapatero agarrado a un timón y el título: A la deriva .

Ese mismo día, y por vez primera, la página del PP en internet colgaba íntegro un artículo de El País . El que proclamaba en primera: El desconcierto se extiende en el PSOE. El editorial del diario decía: El rumbo del Gobierno: en la pendiente . Entre los militantes socialistas no se habla de otra cosa. Muchos están desolados. Desde siempre --nacieron al mismo tiempo y casi juntos-- han tenido la sensación de que El País estaba con ellos y de que, aunque a veces les criticara, los protegía de los peores golpes. Como la SER. Ahora se sienten solos. Cuando más necesario les era el apoyo desde fuera. No todos, pero buena parte de ellos echan la culpa de ello a Zapatero. Lo mismo opina, lleva tiempo diciéndolo, la vieja guardia, la gente de Felipe González . También algún miembro del Gobierno. Y más de un barón regional. No se atisba armisticio en la guerra entre el Gobierno y Prisa. Tal vez no sea posible. La tarea que ahora tiene Zapatero es la de lidiar con el descontento interno que el asunto ha generado y que se añade a otros, el del PSC entre ellos. No es fácil. Y es que la marcha de Solbes y otros exministros es síntoma de que en el PSOE solo caben los que callan.