TNto sabemos con exactitud cuándo desapareció el último lince que campeaba en libertad por los montes y sierras de Extremadura. Lo que sí sabemos es que hace no mucho tiempo las sierras del norte de la provincia de Cáceres tenían una población importante de este félido, el mamífero más amenazado de Europa, al que se conocía en las sierras cacereñas como gato cerval. Para que se hagan una idea de la abundancia de linces que debería haber en la zona, les comentaré que recuerdo haber visto una fotografía de una manta, procedente de la Sierra de Gata, confeccionada con pieles de linces.

En Extremadura los últimos datos confirmados de esta especie proceden de excrementos localizados en la Sierra de Gata (2003) y los Montes de Toledo-Villuercas (2004 y 2005); desde entonces se ha considerado al lince como extinguido en nuestra tierra. De esta dramática situación existente hace una década, hemos pasado a tener un centro de cría en cautividad en Zarza de Granadilla, en el que se encuentran 29 ejemplares de la especie, y se ha realizado la suelta de 8 ejemplares que vuelven a campear en libertad por las sierras del sur de nuestra región. De la enorme tristeza por su desaparición hemos pasado a la discreta alegría de volver a tener linces en Extremadura, y aunque hayamos tenido muchas dudas por la suelta de los ejemplares en lugares donde hace muchos años que el lince, si lo hubo, está extinguido, hemos querido confiar en la profesionalidad de quienes han seleccionado estos parajes para reintroducirlos. A algunos nos sorprende que no se hayan seleccionado los últimos hábitats en los que campeó el lince en Extremadura, y por tanto donde se mantuvieron las condiciones para su conservación por más tiempo que en otros lugares, aunque entendamos el problema de la fragmentación de hábitats.

Dicen los responsables del programa Life que para poder realizar la suelta de ejemplares, los territorios han de tener al menos un conejo por hectárea, y nos preguntamos por qué en los últimos años no se ha hecho más para tratar de recuperar la población de conejos en el Parque Nacional de Monfragüe, que permitiera la posible recuperación de los linces, y al mismo tiempo sirviera para la conservación de especies como el águila imperial, que también se vería favorecida por una densificación del conejo. No hace falta ser un lince o una lincesa, para darse cuenta que en Monfragüe, como no está permitida la caza, no habrá el problema del último lince abatido hace unos días en Ciudad Real, muerto por un cazador, o mejor denominarle delincuente con escopeta, ya que hasta la Federación Española de Caza ha pedido se tomen medidas con el sujeto de tal acción.

XDIGO ESTOx porque Monfragüe volvería a recuperar un animal perdido no hace mucho, y contaría con uno de esos animales emblemáticos que son un verdadero reclamo turístico, sin duda más eficaz que la propuesta de querer meter barquitos por el corazón del parque. Otra ventaja de la suelta en un lugar mayoritariamente público y gestionado por la administración, es que la guardería del parque, que tantas veces ha demostrado su profesionalidad, se implicaría en su conservación, y no nos encontraríamos con el dramático espectáculo de un lince muerto por haber comido un conejo envenenado. Resulta realmente decepcionante ver que después de la muerte por envenenamiento de K2, uno de los linces reintroducidos, aun no se haya anunciado el cierre de ningún coto, ni la detención de nadie implicado en esta acción.

El consejero de Agricultura, Desarrollo Rural y Medio Ambiente y el director general del área, deberían haber dado alguna explicación, o al menos no haberse hecho tantas fotos durante las sueltas. Deberían dar a conocer también los criterios o razones para hacer desaparecer los perros adiestrados en la búsqueda de venenos, o al menos por qué no se utilizaron para prospectar los territorios en los que se han soltado los linces. Entre montería y montería, bien estaría que dieran explicaciones a todos los extremeños de lo que ha pasado, y, de paso, que conozcamos también las medidas que ha tomado el consejero de Fomento, Vivienda y Ordenación del Territorio para evitar un nuevo atropello de otro ejemplar en las carreteras del entorno de la reintroducción de los linces, donde ya ha muerto Ketamina, una de las lincesas soltadas.

Un último tema que quiero contar es el de Jerez, otro de los linces liberados, que la pasada semana correteaba los tejados de Monterrubio de la Serena, que ha tenido que volver a cautividad, y del que tampoco han dado mucha información, a pesar de que todo el pueblo pudo ver el despliegue de agentes del Seprona, de Medio Ambiente y de la guardia civil que se concentró en la localidad para poder atrapar al lince finalmente en un corralón.

Lástima que en lugar de trabajar la sensibilización y educación de la ciudadanía, estén con este secretismo que recuerda el dicho de los cocineros de que: "el que empana, algo tiene que ocultar".