WLwa localidad de Todolella (Castellón) ha vivido este fin de semana una tragedia por la muerte de 18 personas en el albergue rural donde dormían después de celebrar una fiesta de cumpleaños.

La utilización de una estufa de butano de uso agrícola, apropiada para espacios aireados como establos, motivó el accidente. Cada invierno se registran casos de muertes o intoxicaciones con sistemas de calefacción defectuosos, o situados en lugares del todo inadecuados y sin ventilación. Demasiadas veces las víctimas son personas de economías modestas y poco informadas que, en viviendas poco confortables, desconocen medidas de seguridad tan elementales como la de no acostarse junto a una estufa encendida.

En las muertes de Todolella hay otro matiz. La calefacción estaba averiada y los responsables del albergue toleraron que los huéspedes trajesen sus propias estufas. Ahora hay que determinar si han incurrido en alguna responsabilidad, porque son ellos quienes deben garantizar las condiciones de seguridad del local. Pero centrar ahí las culpas abriría un debate complicado, a no ser que la sociedad acepte que cualquier encuentro numeroso de familiares o amigos sea tratado como un acto público, sujeto a permisos y controles.