Sería una pena que el resultado del viaje del presidente de la Junta a Portugal se saldara con una polémica sobre la ubicación de la estación internacional del AVE Badajoz-Elvas y no, por ejemplo, sobre la ampliación de la colaboración entre Alentejo y Extremadura en servicios sanitarios, que puede suponer una mejora de la asistencia, también para los extremeños.

Pero es que el AVE lleva en sí mismo la polémica porque es materia de disputa política. Desde que se empezó a hablar de la línea de Alta Velocidad entre Madrid y Lisboa --ya va para años, y seguimos y seguiremos estirando el calendario hasta que sea una realidad--, pocas cosas había tan claras como que la solución a la estación del tren en Badajoz sería internacional. Esto quiere decir que contaría con la participación de los dos países. Sería insostenible que esa estación estuviera exclusivamente en suelo portugués. Nadie lo entendería de este lado de la raya. Pues de la misma manera nadie entendería, esta vez del otro lado de la raya, que estuviera exclusivamente en suelo español.

La estación debe estar en los terrenos de Caya, compartiendo --y suprimiendo de una vez por todas-- la línea fronteriza. Una disputa nacionalista sobre el lugar de la estación es ya una antigualla.