El Papa Benedicto XVI acaba de nombrar nuevo obispo de San Sebastián al hasta ahora obispo de Palencia, José Ignacio Munilla, que sustituirá al frente de la diócesis guipuzcoana a un "histórico" del Episcopado como es Juan María Uriarte. Munilla, vasco por los cuatro costados, donostiarra de nacimiento, fue párroco durante varios años en Zumárraga y habla perfectamente el euskera. Como era previsible, su nombramiento ha sido criticado con dureza por el PNV, partido al que se le llena la boca reivindicando su carácter de formación política no confesional y laica, pero que luego no hace más que hablar de los obispos cayendo así en un clericalismo trasnochado. Hace unos años, cuando Blázquez fue nombrado obispo de Bilbao, el entonces presidente del PNV, Xabier Arzalluz, dijo aquello de que venía "un tal Blázquez". Ahora la boutade de turno la ha pronunciado el dirigente guipuzcoano del PNV, Joseba Eguibar, que al referirse a Munilla ha dicho que "no hay nada más a la derecha".

El problema del PNV, así como del nacionalismo en general, es que estaba mal acostumbrado, ya que los dos últimos obispos de San Sebastián, Setién y Uriarte, en la mayor parte de sus pronunciamientos públicos sobre cuestiones que rozaran la política estaban siempre mas cerca de las tesis nacionalistas que de su contrario. Por no incidir en el poco calor y cercanía que han demostrado a quienes han sufrido directamente los efectos perversos del terrorismo en el País Vasco: las víctimas causadas por la barbarie de ETA. Cuando la acción de la Iglesia y de sus pastores se analiza exclusivamente en clave política, pasan estas cosas. Ninguno de los partidos políticos que han criticado este nombramiento se ha referido a las cualidades pastorales o de hombre de Iglesia del nuevo obispo. Y la verdad es que la diócesis de San Sebastián necesita una buena dosis de revitalización porque desde hace años ha tocado fondo en todo lo que se refiere a vocaciones sacerdotales, seminaristas o práctica religiosa.

Es evidente que un obispo no debe de ser ajeno a la realidad socio-política de su territorio y mucho menos en el caso del País Vasco. Pero eso no significa que si no está alineado con las tesis nacionalistas esté incapacitado para el cargo. De un obispo se espera que en un territorio donde una parte nada desdeñable de la población justifica o mira para otro lado cuando se comete un atentado, defienda alto y claro el derecho a la vida de todas las personas, piensen como piensen. De un obispo se espera que esté siempre muy cerca de las víctimas del terrorismo. De un obispo se espera que defienda los valores cristianos en cuestiones tan esenciales como la familia o el derecho a la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte. No se si todo esto a Eguibar le parece muy de derechas, pero a lo mejor es que el PNV tiene mala conciencia por algunas actuaciones y actitudes mantenidas estos años, o por su anunciado apoyo a la nueva ley del aborto. Para aclararlo, que hablen con Munilla, aunque algunos de sus dirigentes no lo puedan hacer en euskera.