TLta presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre , se empeña en que la capital huela a humo. Se ha dicho que lo peor que le puede pasar a Madrid es que se llegue a él desde París o Londres: "se le ve feo, chiquito, pueblón, pobre, tosco y de tasca, con mucha grasa en la comida". Y ahora, con el humo, quizás ni se le vea.

Anda el alcalde Gallardón desafiando todas las furias vecinales para dar la vuelta al poblachón mesetario, despojarle de todas esas sensaciones adversas que despierta en quienes vienen de la vieja Europa y hacer una ciudad competitiva, de infraestructuras grandiosas, desahogadas, modernas, pero la presidenta, que aprece enquistada en una política a la contra, está pr hundirle al alcalde su programa de ciudad moderna y de futuro. En tanto Gallardón plantea un jardín M-30 arriba para regocijo y mitigamiento del sofoco asfáltico y calma general del pulmón asmático, la presidenta se empece en ese desorden bufón que Baudelaire le atribuye a los países sudamericanos.

Está Esperanza en un desesperado afán por marcar diferencias, de alza en el zapato para decirle a Elena Salgado , la ministra de la pulcritud, que ella es más alta, más rubia, y los tiene mejor puestos, y que se pasa por donde le apetece loq ue es ley saludable, avance médico-sanitario, rpofilaxis social, aliento ecológico, corriente europea y mundial, fente a la capa y espada del tenebroso olor a puchero, pensión decimonónica, patibulario, prostibulario y churros al por mayor, o sea un Madrid de retrovisor que empuja y defiende animando al mal olor, a un suelo repleto de colillas, a dar voces a punto de riña y a nublar los neones con el humo de los cigarros y, como diría el cholo Vallejo, a lograr un madrileño castizo de puro sucio, eso sí, con la mejor intención, sin duda y la mejor ignorancia.

Esa defensa del pintoresquismo y la clochardisasión madrileña, del que puee morir cualquier extranjero que arribe al Sol o a la Carera de San Jerónimo, no es más que un telón de fondo y de fonda en el que parece desenvolverse bien doña Esperanza Aguirre, una liberal muy liberal, rebelde y moderna, pero a condición de que no se la mire muy de cerca.

*Licenciado en Filología