La España de Di Stéfano y Kubala evolucionó hacia la de Messi y Maradona , pero para que no decaiga la fiesta el padrón se nos ha llenado de garzonistas y de antigarzonistas, tan apasionados los unos como los otros, tan forofos los que están a favor como los que están en contra.

A mí me parece que se pasó de entusiasmo con lo de la memoria histórica y que se le olvidó o no se fijó bien, pero que encausarle por prevaricación también es pasarse, porque aunque lo hiciera a sabiendas tampoco beneficiaba ni perjudicaba a nadie.

Lo que me parece un error es que para defenderle se ataque a los querellantes, porque son franquistas. Bueno, serán franquistas, pero eso no les quita el derecho a querellarse, porque según esa doctrina a una puta se la podría violar las veces que cualquier ciudadano quisiera, y a un ladrón entrar en su domicilio y robarle hasta el colchón de la cama.

Creo que el juez Garzón , que levanta tantos arrebatos como Messi, saldrá bien librado de esta, a pesar de sus hiperbólicos defensores, pero que donde lo tiene más difícil es en su viaje a Estados Unidos costeado indirectamente por el Banco de Santander. No haberse inhibido en la causa en la que estaba implicado el Santander fue una distracción y un olvido de mayor calado, impropio de una persona que se presume escrupulosa, como lo debe ser cualquier juez.

He hablado con algunos magistrados y, aunque reconocen que en la forma del asunto de la memoria histórica el juez metió la pata, no creen que se merezca un castigo. Pero no opinan lo mismo, o son más discretos en el asunto cántabro, que es un nubarrón más amenazador que esta tormenta.