WLwa tensión generada por Aznar aprovechando el relevo de las tropas españolas destacadas en Irak merece ser analizada. Porque el aznarismo acaba de inventar una nueva obstrucción democrática: hacer la oposición desde el Gobierno en funciones.

El presidente saliente posiblemente deseaba sembrar dudas sobre la firmeza de la postura de Rodríguez Zapatero respecto de Irak con motivo del relevo de los soldados enviados por el Gobierno del PP. Es otro ejemplo de ese todo vale que acaban de castigar las urnas. Se trata de una utilización de los soldados con fines partidistas, por si en el futuro le conviene disponer del argumento de que Zapatero es quien ha enviado esas tropas de relevo a Irak pese a la promesa de retirar a las ya existentes en el caso de que la ONU no sustituya a EEUU al frente de la ocupación del país.

JUGAR CON FUEGO

Lo que iba a ser la salida normal de la avanzada logística del relevo quedó en el aire por "motivos técnicos". Durante varias horas se creó tensión emocional en los 160 militares que estaban aquí y en los que esperaban en Kuwait su llegada para regresar a España. Bastante incierto está el futuro de la base española de Diwaniya como para que encima el PP juegue con esas tropas como si fuesen soldaditos de plomo en su batallita contra quienes se han impuesto en las elecciones.

MAL ESTILO

El partidismo exhibido por el Ejecutivo en la pasada legislatura sigue y acuña para mal una nueva fórmula: hacer oposición desde el Gobierno. El presidente que debe velar para que su sucesor reciba los poderes con limpieza democrática, aprovecha un mitin para dar lecciones a quien le ha ganado en las urnas, califica de "tragedia" que Zapatero esté dispuesto a cumplir su promesa electoral sobre las tropas, y explica, precisamente él, que hubo una manipulación del 11-M. Su escasa elegancia al hablar de "la falta de madurez de Zapatero, que se curará con el tiempo" también resulta lamentable.

LOS OLVIDOS

Resentido por sus dos semanas negras, Aznar deriva la alternancia a proseguir en sus enfrentamientos. Parece olvidar que, tras la guerra de Irak, España ha sumado a sus problemas anteriores la grave amenaza del terrorismo islamista, y que hará falta que la nueva oposición actúe con sensatez para contribuir a un reimpulso del país. Pero no parece ir hacia eso ni parece tener ganas de que Rajoy impulse al PP en esa dirección. La nula autocrítica y el seguir dando lecciones revelan que no es consciente de que el electorado le ha rechazado y quiere un cambio.