Desde finales del mes pasado ha saltado a las páginas de los periódicos --locales, regionales y nacionales-- una curiosa noticia que, por lo insólita y desusada en el país que vivimos, quiero comentar a mis supuestos lectores --si es que los tuviera-- con el doble objetivo de que conozcan un poco mejor a nuestros gestores y gobernantes y analicen los efectos del sistema. El hecho en sí ya ha sido comentado, analizado, juzgado y condenado por los más variados jueces de ocasión; pero siempre con una única condena.

Al hilo del barullo desatado por esta noticia, diremos que una exconsejera de Sanidad de un gobierno autonómico, que --¡cosa rara e insólita!-- es doctora cirujana en aparato digestivo, se había presentado a unas oposiciones para cubrir esa plaza en el Servicio Extremeño de Salud (SES) y había obtenido la máxima nota por su competencia profesional y por el nivel de sus conocimientos. A menos que se demuestre con documentos fehacientes que fue por "enchufe" y por haber amañado tales oposiciones, como se intenta hacer creer.

¡Tabú! Todo el aparato mediático y las ultrasensibles "redes sociales" se han puesto desde entonces en movimiento para averiguar cómo era esto posible: Cómo se entendía que una doctora en cirugía digestiva hubiera sido consejera de Sanidad de una comunidad autónoma. Ni a nivel nacional --ni, por supuesto autonómico-- se habían visto nunca ministros ni consejeros que entendieran medianamente del sector para el que eran nombrados. Para ello estaban los miles de "asesores" --espléndidamente remunerados y puestos a "dedo"-- que tapaban las deficiencias técnicas y cognitivas de Sus Excelencias. Lo habitual es que este tipo de consejeros, en casi todos los gobiernos autonómicos, entendiesen mucho de privatizar servicios sanitarios; de desdotar hospitales; reducir drásticamente el personal de los centros de atención médica o de proyectar inmensas "Ciudades de la Salud" que quedaban siempre a medias de construir. Pero, de ninguna manera, que fueran destacados profesionales en cualquiera de los campos de la Medicina, del Derecho, de la Economía, de la Agricultura o de la Educación y del Deporte, para ocupar estos cargos.

XSIGUIENDOx los cauces de la información, también era causa de escándalo el que, como opositora, hubiera sacado la máxima nota de "sobresaliente" que le había otorgado el correspondiente tribunal. Aunque nadie discutía --ni siquiera entre los más furibundos desveladores de esta supuesta prevaricación-- que la doctora en cuestión era sobresaliente como médica y como cirujana; tanto en su carrera universitaria como en la práctica profesional de su especialidad. Uno siempre recuerda, leyendo estas noticias escandalosas, la repetida estampa de ministros y consejeros, alcaldes y directores generales, hablando en público de los ámbitos de su competencia y demostrando el más absoluto desconocimiento de los temas que --teóricamente-- debían gestionar y dirigir. Permítanme que no cite ejemplos concretos para evitar querellas por alusiones; pero creo que son fáciles de recordar, especialmente en el martirizado campo de la sanidad pública.

Para ceñirnos al caso que comentamos hoy --aunque no me gusta incluir en mis reflexiones irreverentes datos o noticias que figuren ya entre las que nos ofrece el periódico-- debemos subrayar, por su originalidad, las medidas que inmediatamente se han tomado por parte de la Junta Autonómica o Gobierno Regional correspondiente, a fin de evitar que se repita esta anomalía: que la gente se entere de la alta cualificación profesional de sus miembros --de algunos solamente-- y del cuidado que se pone al seleccionar a los médicos y cirujanos que van a ejercer en el ámbito sanitario de la Comunidad Autónoma.

Primero: todos aquellos o aquellas que hayan desempeñado una consejería en cualquier ámbito gubernativo no podrán presentarse a las oposiciones para ocupar una plaza de funcionario. Con lo cual queda garantizado que los mejores profesionales, que deseen ejercer en esa comunidad autónoma, o en cualquier otra del país, no deberán aceptar ser designados como consejeros responsables de las distintas áreas, que quedan reservadas solo para los mediocres. Segundo: cuando un ciudadano haya sido consejero, aunque destaque por sus conocimientos, títulos, técnicas o experiencia, deberá abstenerse de presentarse a las oposiciones y dejar que los puestos de responsabilidad sean ocupados solamente por los más ineptos. Tercero: los tribunales de oposiciones para altos funcionarios serán designados por sorteo; sin tener en cuenta ni la competencia, ni la excelencia ni la preparación de sus miembros. Incluso los porteros y bedeles podrán entrar en este sorteo, para evitar influencias espurias.

¡Qué admirable ejemplo de honestidad y visión de futuro!