Catedrático de Economía

No nos cansaremos de repetir que, comparada con los niveles de hace unos años, la inflación en España es pequeña. Ni nos cansaremos de advertir de que con una inflación, año tras año, superior en un punto a la de nuestros socios comerciales acabaremos por no poder venderles ni un clavo. Sólo hace falta mirar la balanza comercial, la cual documenta que las exportaciones retroceden año tras año como resultado de una pérdida constante de competitividad en los mercados internacionales.

La pérdida de competitividad no se debe sólo a los diferenciales de inflación. La falta de inversión en investigación, y sobre todo en desarrollo de nuevos productos y procesos, es más decisiva, pero la inflación también ayuda. Parece que el equilibrio fiscal en España, en contra de lo que dicen las autoridades, no logra reducir la inflación. Hay que hacer otras cosas más radicales y sensatas.