La nueva economía digital, basada en el tratamiento y uso masivos de la información, está transformando el mundo a partir de cambios sustanciales en las reglas de juego de la propia economía y en las relaciones sociales. El acceso a la información y su relación con el conocimiento de las personas determina nuevos modelos de crecimiento y de generación y distribución de riqueza. Cuando la información es el producto, y el conocimiento el factor de producción, cambian las reglas de la economía.

Como observaron en la Universidad de California en Berkeley en su estudio ´How much information´ (Cuánta información), la base informacional accesible para la humanidad se multiplica por dos cada cinco años. Es una función exponencial. Por otra parte, se estima que la nueva información guardada o memorizada por la humanidad en un año (5 hexabytes o mil millones de gigabytes, o 5 por 10 elevado a 18 bytes) es equivalente a todas las palabras jamás habladas por los humanos desde el principio de la civilización. Y sigue creciendo. Recordemos aquello que se ha dicho tantas veces de que la información contenida en un ejemplar de ´The New York Times´ de un domingo cualquiera es superior a toda la información que podía recibir durante toda su vida una persona culta anterior a la revolución industrial.

En el contexto de esta extraordinaria explosión de la información, la capacidad más importante de las personas será "la habilidad de aprender, desaprender y reaprender....." (Alvin Toffler ). No se trata ya de recibir ni de saber buscar información, se trata de tener el criterio para saber cuál es la información que necesito y dónde voy a encontrarla. Pero una vez he incorporado el nuevo saber, tengo que seguir un proceso permanente de desaprendizaje (he de olvidar cosas que ya sabía) y otro de reaprendizaje (aprender cosas nuevas) también permanente. En caso contrario, como diría Richard Sennett, el nuevo sistema me va a excluir. De todas formas, los profesores Shapiro y Varian , de la misma universidad californiana, afirman que el cambio real que aporta internet no está tan relacionado con la cantidad o la calidad de la información accesible como con el coste de acceder a la información, que se ha reducido drásticamente.

Las innovaciones tecnológicas que se han puesto de manifiesto durante las últimas décadas, y principalmente las relacionadas con las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, han hecho del conocimiento uno de los factores clave del proceso de producción, desplazando a un segundo plano factores hasta ahora predominantes como el capital y la mano de obra. Hoy, en los principales países de la OCDE, el 45% de los puestos de trabajo están relacionados con el tratamiento de información, y si la proporción sigue la misma tendencia, aumentará de forma notable. Se estima que hacia el 2015 menos del 10% de los trabajadores se dedicarán directamente a fabricar o trasladar objetos materiales. En este contexto, el crecimiento económico dependerá en buena medida de la productividad de los trabajadores no manuales y de los sistemas que organizan la producción y circulación de la información de manera más eficiente; como afirmaba Peter Drucker , de la aplicación del saber al saber.

La información es la nueva materia prima, y el conocimiento el factor de producción que determina la capacidad competitiva de las personas, las organizaciones y los países. La información y el conocimiento adquieren entonces un valor estratégico tanto para las personas como para las organizaciones y el conjunto de la sociedad. La materia gris se convierte en el activo más importante y esto tiene consecuencias. En primer lugar, que para desarrollarse en sociedad las personas necesitarán un mayor grado de formación; y al tiempo, que el conocimiento de estas personas, sus habilidades y las capacidades para desarrollarse entrarán a formar parte de los activos principales de toda organización.

En este sentido, una de las partes más importantes de las empresas deja de ser de su propiedad y se va a dormir cada día a su casa. Los miembros de una organización o los trabajadores de las empresas son propietarios de un capital y, colectivamente, de un medio que es indispensable y que exige una lógica de relaciones diferentes de la organización jerárquica y vertical. Las organizaciones actuales, formadas por personas cualificadas, requieren de modelos de gestión donde la innovación, la creatividad y la formación son fundamentales.

Los recursos intangibles (la tecnología, los sistemas organizativos, los valores, el prestigio o la cultura) son más difíciles de copiar o transferir que los tangibles y aparecen como un componente básico de la competitividad. Todos están relacionados con alguna forma de saber y de conocimiento. El acceso a la información y el desarrollo del conocimiento son las nuevas herramientas para una economía competitiva.