XAxlcanzado un cierto empacho de noticias en la sección de internacional, en la que ver al anfitrión del trío de las Azores convertido en presidente de la Comisión Europea no es de los motivos por los que uno pueda mostrarse especialmente alegre, este impenitente lector de periódicos, servidor de ustedes, alérgico a las páginas de deportes, busca refugio en las de información nacional, como antes se decía.

Y halla en ellas algunas informaciones que le resultan sorprendentes. Como, por ejemplo, la de que los diputados del Partido Popular, que siempre habían hecho gala de una educación a prueba de pancartas y otras ordinarieces, mostraron el otro día desde sus escaños, felices como niños con zapatos nuevos, ciertos carteles reivindicativos a propósito del derogado Plan Hidrológico Nacional. Pues muy bien, nada que objetar a ello. A fin de cuentas, aunque en el Parlamento debiera primar la palabra hablada, ese tipo de manifestaciones no dejan de dar viveza a unas sesiones que suelen resultar más bien anodinas.

Claro que el juicio sobre lo que ocurre en el Congreso no puede ser tan benevolente cuando uno se entera del gesto que un montaraz diputado, también del partido de José María Aznar , dirigió al señor Pérez Rubalcaba : colocando los dedos índice y pulgar de una mano formando un círculo, introdujo repetidamente el índice de la otra mano por él, en un gesto que hasta la más cándida de las novicias sabe que es de una obscenidad más propia de tabernas y lupanares que de un lugar en el que se supone habría de primar la palabra, la razón y las buenas formas.

¡Vaya maneras, pues, las de algunos personajes de la villa y corte! Y eso que habrán ido colegios de pago.

Por todo ello, el lector de periódicos que esto escribe, saciado su interés por otros trascendentes acontecimientos, como las filiales visitas de Rodríguez Zapatero y esposa y la de don Felipe de Borbón y su no menos encantadora cónyuge, doña Letizia Ortiz , a su Santidad el Papa Juan Pablo II , se refugia en las páginas de información regional.

Y acude con presteza, aburrido ya de tantos asuntos de alta alcurnia, a la narración de lo ocurrido en el último debate en la Asamblea de Extremadura, en el que midieron sus fuerzas el incombustible señor Rodríguez Ibarra y los portavoces de los otros grupos presentes en el hemiciclo. Y este lector ha de frotarse los ojos para dar crédito a lo que lee: cuando un diputado del Partido Popular hizo tópica referencia a un personaje de ficción, diciendo que Ibarra "si tuviera complejo de Pinocho no tendría diputados suficientes para sujetarle la nariz" y después recordó su antigua lucha contra los "señoritos", el mencionado no dudó y le respondió que en aquellos años lo que él tenía larga no era la nariz, "sino otra cosa".

Y al leer lo precedente el lector de periódicos obtiene un merecido castigo a su injustificado interés por informarse y concluye que mucho anunciar las leyes que se quiera sobre la igualdad entre hombres y mujeres, mucho proclamar e incluso obligar a que en las instituciones públicas la paridad de sexos sea una exigencia legal; muchos ciudadanos y ciudadanas, compañeros y compañeras y mucho cuento, pero a la hora de la verdad, ciertos políticos aún utilizan como argumento para hacer la gracia, para reafirmar su caricatura o para ser todavía más populares de lo que ya lo son, referencias a sus atributos genitales.

¡Qué país y, sobre todo, qué paisanaje!

*Profesor