Felipe González , expresidente del Gobierno español, uno de los mejores conocedores de la realidad latinoamericana, y sobre todo de la realidad mexicana, dice que no puede entender nada de lo que está ocurriendo en el país azteca. Invitado de honor de la toma de posesión de Felipe Calderón Hinojosa , declaraba preocupado que "México es de los países más difíciles de interpretar en el mundo y conozco muchos". "El país se encuentra --según González-- en una bruma muy rara desde que se conocieron los resultados electorales del mes de julio".

El pronunciamiento de Felipe (González), no el del otro Felipe (Calderón) que tampoco entiende nada de lo que está ocurriendo en este país de 130 millones de habitantes, de los cuales casi 30 están en el umbral de la pobreza, viviendo con algo más de un dólar diario, es quizás la mejor fotografía de la situación. Fotografía movida y desdibujada pero fotografía al fin y al cabo de una situación.

Una situación crítica que estallaba hace una semana con la ocupación violenta de la Asamblea Legislativa de San Lázaro por los legisladores partidarios de Angel Manuel López Obrador , líder del izquierdista PRD (Partido de la Revolución Democrática, para impedir la jura del cargo presidencial de Calderón, el sucesor del primer presidente del PAN (Partido de Acción Nacional), Vicente Fox .

En esos momentos, hace una semana, México contaba con tres presidentes. Uno, Fox, que terminaba su mandato entre acusaciones de ser el autor del fraude electoral del mes de julio. Otro, López Obrador, autoproclamado también presidente en el Zócalo por miles y miles de mexicanos convencidos de su victoria electoral de julio (el 42% de los mexicanos piensan que hubo un fraude electoral) y, un tercero, Calderón Hinojosa, que ganó las elecciones por una mínima diferencia de 233.831 votos (0,5 puntos).

La historia de los tres presidentes se agravaba con la ocupación violenta de la Asamblea Legislativa, a bofetadas, puñetazos, patadas e incluso golpes de kárate, arrojándose todos, perredistas y panistas, todo tipo de objetos, al tiempo que se iniciaba una de las semanas mas dramáticas y críticas que ha vivido el país desde su independencia, hasta el punto que se temió que, en efecto, Calderón no pudiese tomar posesión de su cargo y jurar la constitución.

XLOS PARTIDARIOSx de López Obrador, que habían anunciado que la toma de posesión era un auténtico golpe de Estado, estaban dispuestos, a dar su particular golpe de Estado ocupando San Lázaro, ante el estupor de una ciudadanía muy por encima de sus dirigentes políticos. Jamás México, había vivido una situación similar.

Un López Obrador refugiado en el Zócalo y aceptado como presidente por la mitad del electorado, y con miles de sus partidarios paralizando México DF y dispuestos a marchar sobre el congreso.

Un Vicente Fox, atrincherado en Los Pinos y acusado de no hacer las reformas necesarias tras la derrota del PRI en el 2000, después de más de setenta años en el poder y principal causante de la actual crisis, la más grave que vive el país en los últimos 50 años.

Y un Felipe Calderón, desbordado por los acontecimientos y sin la suficiente experiencia como para asumir el reto que se le viene encima.

La situación llegó a ser tan esperpéntica que, temiendo que la jura en la Asamblea fuera imposible, en el primer minuto del día uno de diciembre en una improvisada ceremonia en los Pinos, rodeado de militares, y en un acto inédito y profundamente significativo, Fox entregaba la bandera nacional a su sucesor en un forzado gesto de transmisión de poderes. Pasara lo que pasase horas más tarde, de hecho, Calderón se convertía, esa madrugada, en presidente de los Estados Unidos Mexicanos.

Tras la apresurada y esperpéntica jura, que apenas duró cuatro minutos, entre gritos de "espúreo" y "traidor", y súplicas llorosas de su madre María del Carmen Hinojosa ("Señor, señor, protégelo, protégelo"), Felipe Calderón y, probablemente, México, se encuentran todavía sumidos, una semana después , en esa bruma a la que se refiere Felipe González. Una bruma que oculta una profunda división del país en dos bloques hasta ahora irreconciliables, aunque Calderón haya comenzado a hacer llamamientos al consenso y al entendimiento hacia un López Obrador que no está dispuesto a ceder, que ha formado su propio Gobierno y que ya ha anunciado que seguirá su lucha hasta que haya democracia en el país. Rodeado de grupos antisistema y criticado por la izquierda más razonable, Obrador no piensa tirar la toalla ni aceptar nada de Calderón a pesar de la profunda crisis política e institucional en la que se encuentra el país.

Con una división cada vez más profunda entre ricos y pobres, con un paro galopante y espectacular y sobre todo con una violencia que ha hecho de México uno de los países más peligrosos del mundo, donde el narcotráfico ha penetrado en todos los sectores y en todas las instituciones. Lo acaba de anunciar el Departamento de Justicia de Estados Unidos: los carteles de la droga mexicanos controlan en EEUU los mercados de la marihuana, la cocaína, las metanfetaminas y las drogas de diseño. Solamente en este año la guerra de los carteles por el control de la droga en Estados Unidos ha provocado dos mil ejecuciones .

*Periodista