TSton días muy musicales. Hay música en las calles, en los teatros, en los cafés concierto, en los semáforos cuando llegan los autos lolailos, y cada hijo de vecino silbando la Primavera, de Vivaldi, por las esquinas. Pareciera que toda la ciudad es un orfeón y las calles cual pentagramas vivos nos traen ecos de Viena o Salzburgo. ¡Ojo, que hay trampa!

Es loable el empeño de sociedades, instituciones, conservatorios, orquestas y bandas por adecentarnos los oídos, pero no es oro todo lo que reluce. Junto a estas celebraciones podemos ver la realidad de, por ejemplo, la Orquesta Luso-Española de Vasco Nabeiro, un músico de Campomayor que todas las semanas, y de forma gratuita, dedica su tiempo a ensayar con casi treinta chicos pacenses y portugueses y su trabajo más parece un peregrinar de orquesta cíngara por barrios de la ciudad, ya que nadie (salvo la Asociación de Vecinos de San Roque, que le ha cedido su sede, el antiguo mercado) contempla un lugar para nuestros músicos más jóvenes y los otros puedan trabajar sin problemas. Sería curioso comprobar cómo el día en que esta orquesta sea descubierta desde fuera, proliferen alabanzas y consideraciones. Como ocurre con Bebé Rebolledo, ahora cuando desde Madrid e impulsada por profesionales de la música que reconocen en ella a la cantante con más futuro en este país, todos los que hemos faltado sistemáticamente a sus conciertos decimos conocerla. Hasta hay alguno que dice que la apoyó (cuando la que apoyó todas las causas fue ella que se calificaba como "ONG musical"). Hay muchos ejemplos como estos en Badajoz y su atención será una garantía para que esta música que suena ahora continúe haciéndolo.

*Dramaturgo