España ha vuelto a quedar dividida en dos, pero esta vez no ha sido por la política, sino por un cartel publicitario. En mitad de la Puerta del Sol se alza una enorme valla en la que se ve el rostro del narcotraficante Pablo Escobar, acompañado por el lema Oh, blanca Navidad. Poco sutil, ¿verdad? Como estudiante de publicidad me siento confusa. No sé si felicitar a los publicistas que han hecho esto o denunciarles. Es cierto que han conseguido con creces su objetivo, es decir, que se hable de ellos; su cartel ya está presente en todas las redes sociales y la gente mantiene un ferviente debate sobre el asunto. Por esa parte, les felicito.

Ahora bien, en ningún caso puedo tolerar que se haga apología de las drogas, y menos en pleno centro de Madrid, donde lo ve gente de todas las edades, niños incluidos. Como estudiante del sector, creo que por más eficaz que sea este cartel no debería haber salido a la luz ya que se está jugando con un tema muy serio en el que, en muchas ocasiones, hay vidas en juego. Si este cartel hace que una sola persona decida probar las drogas y por tanto, seguramente, arruine su vida, yo estaría avergonzada de llamarme publicista.