TTtantos siglos de evolucionismo sobre las espaldas para llegar a la conclusión de que la felicidad está en un exprimidor, un móvil o un televisor o para admitir sin ningún género de duda, que la autorrealización personal se logra al comprar un coche o llevarnos para casa un kilo de mazapanes! Esos afanes por la realización personal plena se desatan especialmente en estas fechas navideñas de villancicos y luces en las calles. Parece como si hubiera una alianza oculta entre estos símbolos religiosos y Pavlov : apenas llega diciembre al personal se le dispara el reflejo condicionado y sale de estampida dispuesto a arrasar toda superficie comercial. A menor fijación de los símbolos, mayor es la eficacia de la propaganda doctrinante y más rápidamente se contagia el impulso primario de la acumulación. Cuando el cuerpo místico, o sea el personal, haya acabado con los exprimidores, los mazapanes, los móviles, los mariscos y el champán, y se encuentre satisfecho con el perímetro alcanzado por su estómago, habrá llegado a la conclusión de que regalar navidad, sólo era un eslogan comercial vacío, y que ésta, la Navidad, no existe. Era eso, sólo eso: consumismo.

*Licenciado en Filología