Somos conscientes de los pro y contra de la primavera. Es una estación propicia para el paseo, para sufrir algún tipo de alergia, para quitarse el abrigo, y dicho sea de paso, lucir el tipo, y esto es uno de los problemas que se agudizan en esta época del año, sobre todo en personas jóvenes que no tienen la suficiente capacidad de raciocinio o que no se quieren lo suficiente, en ocasiones porque su autoestima es baja y en otras por influencias externas. Algunos de esos jóvenes se obsesionan tanto que acaban por tener serios problemas de salud, en la mayoría de los casos de tardío diagnóstico, ya que ellos mismos se encargan de que así sea al no escatimar recursos a la hora de hacer creer a sus padres lo contrario. Las causas, según los estudiosos en la materia son variadas, y no sólo, tal como dice M. Victoria Carrillo , autora de una tesis sobre la anorexia y la bulimia, la publicidad es la generadora de este tipo de enfermedades.

Nunca como ahora ha habido esa preocupación por el culto al cuerpo, por estar en forma, por acudir a gimnasios, por comer alimentos con bífidus, isoflavonas, o añadidos similares, tomar bebidas light, y todo aquello que vaya enfocado a que el organismo funcione correctamente o no añadir más calorías. Nada que objetar al respecto, si uno se siente bien, y está dispuesto a pagar un precio más alto por alguno de estos productos, pero el problema de nuestros jóvenes es mucho más grave y sus consecuencias irán en aumento si no somos capaces de poner remedio.

El malestar con respecto a tu cuerpo, los comentarios desagradables con respecto al mismo provenientes de familiares, amigos y compañeros, las pasarelas, la publicidad mal hecha o incompleta, etcétera, son influencias nefastas a la hora de adquirir malos hábitos. Esto unido al bombardeo de productos adelgazantes, no sólo en las estanterías de los centros comerciales o herbolarios, sino en las farmacias a las que consideramos sinónimos de salud y bienestar, pero que en estas fechas dan un lugar prominente a estos productos no ya en el interior, sino en los escaparates que son expuestos en primera línea. Toda una gama de productos que prometen saciar el hambre, comerse las calorías sobrantes, acabar con la retención de líquidos y no sé cuántas promesas que no se cumplen nunca. Esto es un bombardeo constante en esta y en vistas a la próxima época dela año. Lo peor del caso es que en alguna ocasión he observado como se dispensaban sin ningún reparo a chicas muy jóvenes, a sabiendas, de que no es cierto que no tengan efectos secundarios, ya que en exceso son bastante perjudiciales y fuerzan el ritmo del organismo. Con otra particularidad, parece una incongruencia que si nos hemos tomado en serio la prohibición de venta de alcohol y tabaco a los menores con el fin de ponerles más difícil su consumo no hagamos lo mismo con estos productos.

No se entiende pues, que no haya más rigor en la venta de esos productos milagro en aquellas farmacias que los expendan sin cerciorarse de si es menor o no, e inspecciones más exhaustivas en aquellos herbolarios, donde acudan los jóvenes a la búsqueda de consejo para adelgazar a corto plazo, y sin la compañía de sus padres. La revisión de peso la debe llevar tu médico, el de familia, el de cabecera o cómo queramos llamarle, que tiene delante tu historia y sabe si hay alguna patología que aconseje un régimen de comidas y no otro.

De qué vale buscar el remedio si no se ha prevenido antes, y por qué razón creemos que es más nocivo el tabaco y el alcohol que estos productos milagro que en esta época del año los hacen protagonistas de los escaparates.

*Responsable de Políticas para la Igualdad del PSOE en Badajoz.