WLwa Administración de Bush está repitiendo con Irán la estrategia que empleó para justificar la invasión de Irak --acusaciones de vínculos terroristas y denuncias del supuesto desarrollo de armas nucleares, basadas en dudosos informes del espionaje--, precisamente cuando empieza a tener éxito la táctica europea de presionar diplomáticamente al régimen de Teherán y prometerle un acuerdo preferencial de comercio a cambio de su renuncia al armamento atómico. De hecho, Irán ha prometido interrumpir hoy mismo los procesos de enriquecimiento de uranio, pero Bush hace oídos sordos.

Igual que Washington saboteó los esfuerzos de los inspectores de las Naciones Unidas en Irak, ahora los halcones de la Casa Blanca acumulan una acusación tras otra --como los lazos de Teherán con Hizbolá en el Líbano, conocidos desde hace decenios-- para socavar las iniciativas negociadoras del Reino Unido, Francia y Alemania. Powell ha recibido incluso órdenes de evitar un encuentro con el ministro iraní de Asuntos Exteriores en la cumbre de Egipto sobre Irak, lo que muestra una falta de voluntad de diálogo. Y confirma que es más realista esperar más de lo mismo de Bush que el giro hacia la moderación que muchos auguraban.