Política y economía se influyen. El plan de estímulos del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, --más el de ayudas a la banca pactado con George Bush-- ha salvado a la economía. Pero mientras el Producto Interior Bruto (PIB) volvía a crecer y la bolsa se disparaba, el paro subía del 8% al 10% (en EEUU lo normal es que sea del 5% o 6%). Y mientras los bancos, reflotados con dinero público, tenían grandes beneficios ía veces comprando deuda de los estadosí y podían devolver las ayudas recibidas y anunciar nuevos bonos millonarios para sus directivos, el norteamericano medio sufría la crisis. En este contexto, Obama perdió credibilidad --aunque son más los que aprueban su gestión-- y los republicanos acusan al presidente y a su big governement (Gobierno grande) de todos los males. Y el martes tuvieron una gran victoria material y moral al arrebatar un acta del Senado por Massachusetts que la familia Kennedy tenía desde 1953. Pero la reacción ya había empezado. La semana anterior, Obama anunció un nuevo impuesto sobre los activos bancarios para compensar las pérdidas del fondo de salvación bancaria. Y una agencia de protección al cliente, a la que los bancos se oponen con radicalidad.

Ahora los demócratas pasan al ataque con dos grandes mensajes. Uno, que nunca más el ciudadano norteamericano que paga impuestos volverá a ser rehén de los bancos too big to fail (demasiado grandes para dejarlos caer). Dos, que si la banca quiere pelea, la tendrá. Obama ha recurrido al plan de Paul Volcker íel solvente presidente de la Reserva Federal nombrado por Jimmy Carter y renombrado por Ronald Reaganí, que es todo menos un radical. Una clave es limitar el tamaño de los bancos mamut, que asumen muchos riesgos porque ningún Gobierno se atreve a dejarlos caer. La otra es volver al espíritu de una ley de Roosevelt (luego abolida) que reglamentaba la actividad bancaria, para impedir que los bancos --cuyos depósitos están garantizados por el Estado-- inviertan en bolsa por cuenta propia y posean fondos o sociedades de inversión de alto riesgo.

Volcker cree que los bancos reglamentados son más prudentes y no habrían causado el crac del 2008 que llevó al mundo a la crisis más grave desde 1929. Obama no va a tolerar que se le siga culpando de la salida lenta de la recesión cuando su trabajo ha sido arreglar el caos generado por el liberalismo extremo de Reagan y Bush hijo, para quienes el Estado es siempre el problema, nunca la solución.