El acto bárbaro, de un pobre desgraciado, sobre una menor de origen ecuatoriano nos ha hecho reaccionar a los ciudadanos y todos hemos dicho o pensado: ¡que caiga sobre él todo el peso de la ley! Todos hemos tirado nuestra piedra contra ese imbécil en la plaza pública. Todos hemos dicho, ¡qué barbaridad! Ese hombre es una bestia y un xenófobo, y es posible que lo sea.

Pero, cuidado, no nos precipitemos. Antes de tirar la primera piedra miremos también en nuestro interior y seamos sinceros con nosotros mismos. Porque, ¿acaso no somos todos xenófobos? ¿Acaso no nos preocupa a todos más la inmigración que los inmigrantes?

Hay muchas formas de dar patadas en la cara de un inmigrante, como ha hecho este individuo que nos ocupa. También se les da patadas cuando se les explota, cuando no se les alquila una vivienda, cuando los devolvemos a su miseria, cuando los rehuimos, cuando los aislamos en guetos, cuando levantamos muros para librarnos de ellos, cuando les llamamos ilegales- ¿Ilegales?, que ironía; si algo debiera ser ilegal y perseguido eso sería que sigamos haciendo posible que cada día haya más pobres y, consecuentemente, más inmigrantes.

Pedro Serrano Martínez **

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