Impulsados por una avalancha de publicidad convenientemente estudiada, el consumidor parece verse abocado a un consumo compulsivo e insostenible sin establecer diferencias entre lo necesario y lo superfluo.

Las empresas analizan todas las estrategias necesarias para estimular las necesidades del individuo dirigidas fundamentalmente para movilizarnos a la compra.

Por ello como consumidores nos hemos sentido siempre víctimas del mercado, cuando es una verdad a medias. Es hora de que el consumidor tome conciencia de su rol y de su propio poder. Debe saber que tiene poder para lograr cambios en la oferta e incluso en la actuación de las propias empresas, algo que éstas conocen y explotan desde hace muchísimo tiempo, por ello diferencian el consumo en tres apartados: consumo ético, consumo ecológico y consumo social.

Culpamos a la empresa, al avance de la tecnología, a la globalización, pero ¿qué hacemos nosotros frente a los múltiples problemas ecológicos y sociales actuales?

Desde todas partes se preconizan los beneficios de una dieta sana y equilibrada, de lo bueno buenísimo que es comer frutas y verduras, y beber mucha agua, pero en realidad nuestras bolsas de basura están llenas de envases de comida precocinada, de latas de bebidas de todo tipo y de tranquilizantes. Para conocer nuestros gustos, las empresas sólo tienen que revolver un poco en la basura, esa bolsa es el índice real de lo que se consume y por ende de lo que se compra, más fiable que la más completa de las encuestas.

No olvidamos que compramos con el propósito de cubrir nuestras necesidades, lo cual debería reportarnos satisfacción, aunque a veces nos acarrean preocupaciones y ansiedad, la contaminación, la capa de ozono, los trabajadores, etcétera.

En la actualidad el consumidor muestra gran interés por cuanto le rodea no solo por el medioambiente sino también por el ser humano, todos tenemos una tendencia natural a apoyar las buenas causas, de ahí la proliferación de tiendas y productos comercio justo, a lo que se apuntan las grandes multinacionales.

XLA ETICAx en el consumo y responsabilidad social están de moda de forma que las empresas siendo conscientes de ello se han visto obligadas a volverse socialmente responsables , a alinearse en un determinado código de conducta social apropiado para un sistema de mercado sostenible, y obtener el beneplácito del consumidor. Se comprometen a devolver parte de sus beneficios a la sociedad, a que las partes involucradas reciban un beneficio equitativo, a ser respetuosos con el medioambiente y lo más importante de todo: lo publicitan. Por un lado pretenden tocarnos la fibra sensible y por otro darnos explicaciones, lo cual es indicativo del inmenso poder que el consumidor adquiere cada día.

Es cierto que esta es una sociedad de consumo y que la globalización es un hecho irreversible que amenaza con dividir la sociedad entre los que tienen y los que no tienen, con provocar daños irreparables en el planeta, en alterar la información genética de los alimentos, pero también es cierto que la facultad última y quien en realidad marca las leyes de mercado mediante el cambio en sus decisiones de consumo es el propio consumidor. Si desde todos los ángulos, instituciones públicas, asociaciones, organizaciones sociales y consumidores y usuarios, somos conscientes de que debemos consumir de forma ética y respetuosa, moderada, sensata y justa, solidaria y por tanto más libre, veremos que no todo está perdido.

Que tenemos en nuestras manos el poder de cambiar el patrón de consumo, buscando nuevas formas de compra y uso de bienes; mediante la reflexión ética frente a un producto y tomando decisiones respecto con el medioambiente, con nuestra cultura y con el beneficio colectivo.

Que tenemos la alternativa de la elección diciendo No a las tendencias consumistas o conducirnos como meros consumidores sumisos, impulsados por la publicidad agresiva que nos asalta cada día constantemente.

Los grandes analistas de consumo no dudan en afirmar que el consumidor tiene el poder suficiente para cambiar el mundo. Ahora somos nosotros, los consumidores quienes debemos creerlo y actuar en consecuencia. Quizás la sociedad que queremos aún no existe, pero podemos crearla.

*Presidente de la Asociación de Consumidores y Usuarios de Extremadura