WLw a decisión de la Junta de trasladar los actos oficiales del Día de Extremadura al Auditorio de Cáceres para apoyar la candidatura de la ciudad a la Capitalidad Europea de la Cultura en el 2016 ha suscitado una airada reacción del alcalde de Mérida, Pedro Acedo, porque este hecho supone que el Teatro Romano de su ciudad no será el escenario de dichos actos, como ha sido habitual desde 1993. Acedo dijo que esa decisión era "lamentable y decepcionante" y añadió que, en respuesta a la misma, no acudirá a la ceremonia de entrega de medallas de Extremadura el próximo día 7.

Al día siguiente, el secretario regional del PP, César Díez Solís, se sumó a las críticas hechas por Acedo y manifestó que el Gobierno regional ha actuado de forma "precipitada" y con "burla y desprecio al poder local". Díez Solís estima que el cambio de sede de los actos oficiales del Día de la región se deben a la pretensión de la Junta de enfrentar a las ciudades de Cáceres y Mérida.

El alcalde emeritense se equivoca. Igual de legitimada está Mérida para albergar los actos oficiales del Día de Extremadura que Malcocinado o Las Mestas: las tres localidades, con independencia de su número de habitantes y de su peso político, son Extremadura. Y haría mal cualquiera de ellas, pero mucho más la que es capital porque es la sede de las instituciones, de exigir para sí, y sólo para sí, acoger aquellas ceremonias que representan a todos. ¿En razón de qué cree el alcalde de Mérida que su ciudad está más legitimada que cualquiera de la región para albergarlas? Tal vez esa actitud se explique porque esté aquejado --en esta ocasión así lo parece-- del mal del localismo que, como el nacionalismo, es una enfermedad política que se manifiesta porque enturbia la vista y hace creer a quien la padece que el mundo se reduce a lo que se ve de cerca. Sólo así se puede entender que el cambio de sede de los actos oficiales del Día de Extremadura sea poco menos que un ultraje a la capital de la región.

El apoyo a estas tesis por parte del secretario regional popular Díez Solís es aún menos comprensible, aunque sea un apoyo que se pueda revisar en una próxima reunión de la dirección del partido: se puede entender que un alcalde, arrebatado por el amor a su localidad, le duela y tome por un desaire lo que no es sino una ocasión para expresar el respaldo de toda la región al afán de Cáceres por ser nombrada Capital Cultural Europea, pero es menos explicable que tales posiciones reciban el apoyo de su partido. No es únicamente porque parecen no dar valor a que la ciudad que, según la posición del PP, se va a ´beneficiar´ de la decisión de la Junta está gobernada por el propio PP, sino porque dentro de nueve meses esta formación política pedirá el voto a todos los ciudadanos de esta región para intentar gobernarla. Se supone que sin favoritismos y sin localismos, sino con sentido de región. Pues no son precisamente actitudes como la mostrada por Acedo y respaldada provisionalmente por el PP como se gana la confianza necesaria para alcanzar la mayoría.