Tras la nueva situación creada en el Ayuntamiento de Cáceres por la ruptura del pacto del PSOE con Foro Ciudadano, cabría haber esperado del PP una reacción distinta a la expresada ayer por su portavoz, Javier Castellano. Su "exigencia" a Heras para que abandone la Alcaldía voluntariamente (es decir sin moción de censura), y el actual gobierno municipal sea sustituido por otro encabezado por él, se adentra más en el terreno de la fantasía que en el de la política: flaco favor se hace Castellano a sí mismo si lo dicho ayer, rodeado de su grupo municipal, es todo cuanto está dispuesto a hacer por la ciudad para que salga de la actual situación. El momento que vive Cáceres requiere que todos los concejales actúen con criterios distintos a como lo harían ante una sólida mayoría. Pero esta situación no exime a ninguno de trabajar por la gobernabilidad y el avance del municipio. Si Castellano ya ha desechado la moción de censura (su obligación política sería convencer a Vela de que se sume a ella) lo que le queda es contribuir a que los problemas se solucionen. Pero pretender que alguien abandone el poder legal y legítimo que ostenta sin que le echen es, como diría Aznar, "de aurora boreal".