Cuando un cliente de prostitución paga su servicio de sexo consumido, está financiando de manera directa al proxeneta. Esa mujer prostituida a la que acaba de usar está encerrada en una sórdida red de amenazas, engaño y coacción de la que es casi imposible escapar. Y, no obstante, sigue resultando divertido y jocoso bromear con una práctica que esas mujeres no eligen libremente y les condena a un elevadísimo riesgo de contraer enfermedades, a la drogadicción y a un asfixiante abuso.

Las últimas cifras publicadas hablan de 2.000 mujeres prostituidas en Extremadura, el 98% de ellas son extranjeras; la inmensa mayoría son ofrecidas por sus proxenetas en clubes de alterne que todos conocemos porque a diario pasamos en coche frente a ellos. Según una reciente ponencia en el Congreso de los Diputados, hablamos del segundo negocio mundial más lucrativo, superado sólo por el tráfico de armas. En España se mueven 40 millones de euros al día; en Extremadura son 90 millones de euros anuales. Leer una y otra vez estas cifras lleva siempre a la misma evidencia: pese a que cerremos los ojos ante esta realidad, hay muchos clientes: amigos nuestros, vecinos, maridos o parejas. Hombres de nuestro entorno cercano, cada vez más jóvenes, con y sin estudios, de entornos urbanos y rurales, que abandonan por unos minutos su estatus de seres civilizados y su mundo de correctas apariencias para financiar irresponsablemente esa sórdida explotación.

XLA TRATAx de mujeres suele realizarse de la misma manera: una persona de la red de tráfico en el país de origen promete a la mujer un trabajo seguro, mejores condiciones de vida, facilitándole el billete de avión, visado de turista... Al llegar a España, se la lleva directamente a algún club donde se le despoja de la documentación y se le plantea la deuda económica contraída por haberla traído. Ahí empieza el infierno: la obligan a prostituirse amenazándola con atentar contra ella y su familia o denunciarla a las autoridades como ilegal. Secuestrada, indocumentada, sin comida y sin agua hasta que acceda a sacrificar su cuerpo. La deuda seguirá pendiente durante un tiempo inacabable; ella nunca tendrá información de recursos sanitarios, sociales y mucho menos jurídicos; muy probablemente se le iniciará en el consumo de droga para que siga dependiendo de sus secuestradores; su círculo social sólo será el de sus explotadores. Nunca se atreverá a reconocer que la están obligando.

Esta descripción no es un relato ficticio en clave de melodrama, es una realidad conocida por Adhex en los años que llevamos investigando fuentes oficiales y extraoficiales, entablando diversos contactos y recibiendo denuncias (muy escasas) de clientes y de mujeres prostituidas. Es muy difícil que ellas confiesen su situación ya que ignoran sus derechos y recursos y tienen miedo a que les hagan daño o a ser expulsadas. Es fundamental que denuncien, de hecho la ley protege a la persona extranjera en situación irregular que haya sido perjudicada, víctima o testigo de tráfico ilícito de seres humanos o de explotación por prostitución, pudiendo no ser expulsada si denuncia o coopera proporcionando datos relevantes.

Existen soluciones. La persecución legal y policial ha de ser intensa y exigente con estos negocios de hostelería que camuflan la explotación sexual. Se debe investigar escrupulosamente sobre estas redes. Recientemente, Adhex ha colaborado con una periodista brasileña que, investigando acerca de la trata de mujeres en España, descubrió que el 80% de las mujeres brasileñas prostituidas en Extremadura procedían de una comarca denominada Goiás. En una de las últimas operaciones policiales en Extremadura se detuvo a una mujer de Goiás y se cerraron los dos clubes que regentaba en Villafranca y Montijo. Esa investigación se inició gracias a los testimonios de una adolescente brasileña de 14 años. No obstante, las operaciones policiales deben proteger a las mujeres prostituidas; las detenciones deben distinguir entre explotadores y explotadas; su identidad e integridad personal deben salvaguardarse. Si no, estaremos criminalizando a las víctimas.

Otra solución es acabar claramente con la alegalidad de la prostitución en España (lo que está contemplado como ilegal es enriquecerse mediante la explotación humana). Adhex aboga por abolir rotundamente la prostitución, cuyo origen está en la desigualdad y en un sistema patriarcal que erradicaremos con educación y sensibilización. En los países que han optado por legalizarla el consumidor ha aumentado su demanda, se han incrementado otras actividades ilegales relacionadas (explotación de menores de edad) y no ha desaparecido el negocio de la droga, también estrechamente relacionado.

La solución definitiva es la educación sexual y la concienciación. Entender que prostitución no significa sexo libre; significa concebir a la mujer explotada como artilugio sexual, denigrar su dignidad y colaborar con las mafias. Usar a estas mujeres te convierte en cómplice.

*Periodista de ADHEX (Asociación de

Derechos Humanos de Extremadura)