XLxa vertebración del estado español en autonomías ha cambiado y cambiará el curso de muchas cosas. Parece apropiado pues, que en la celebración de una fecha tan significativa para nuestra comunidad, como es el Día de Extremadura, nos planteemos una serie de reflexiones acerca de nuestro futuro y en este caso desde la perspectiva de las instituciones como a la que ahora represento: la Universidad de Extremadura. De ahí que nos haya parecido oportuno el título que encabeza estas líneas, aunque somos conscientes, como decía irónicamente Niels Bohr , de que "hacer predicciones nunca ha sido una tarea fácil, especialmente cuando éstas atañen al futuro".

Como consecuencia del desarrollo tecnológico vivimos en una época tan incierta como apasionante. Si bien históricamente cualquier desarrollo tecnológico ha despertado esa mezcla entre temor y excitación, estos cambios en el momento actual, que se encuadran dentro del término abstracto de "sociedad de la información o del conocimiento", generan similares sensaciones pero en una dimensión mucho mayor que en el pasado. Las reglas del juego se van modificando de tal manera que sociedades o sectores que tradicionalmente ocupaban una posición privilegiada en el marco de la industrialización, empiezan a estar relegadas a un segundo plano dada la incapacidad de organizar la economía en torno a la creación del conocimiento y viceversa. Como un ejemplo significativo de ese carácter apasionante e incierto de la nueva sociedad y que nadie pudo prever, se encuentra el caso de un joven que puso en marcha casi como un juego, un formato para la distribución de música por internet y ha alterado el funcionamiento habitual de uno de los negocios más boyantes de las últimas décadas.

Lo que parece evidente entonces es que el paso de un sistema de producción industrial basado en recursos a otro basado en el conocimiento y la creación de valor, implica una atención prioritaria y decidida a quien genera el principal activo del futuro: personas informadas y formadas, en definitiva, personas educadas para la incertidumbre. Para ello, y en lo que respecta a la educación superior en su aspecto formativo, las universidades deberían ser capaces de anticiparse, o al menos reconocer, esos cambios, responder a las necesidades que producen y exigir la existencia de sistemas flexibles y estables. En relación al segundo gran campo de actividad de estas instituciones, la investigación o generación de conocimiento, deberían preguntarse, partiendo de la hipótesis de que el conocimiento es riqueza, qué parte del sistema generador de riqueza o estructura productiva valora, está dispuesta y puede pagar ese conocimiento generado. Si alguna de esas tres circunstancias no concurren, las propias universidades deberían ser quienes asumieran sus iniciativas abriendo nuevas posibilidades. Y por último, en una sociedad que cada vez genera más información (que nos dice que es lo que hay) y más conocimiento (que nos dice lo que podemos hacer), no es menos cierto en cambio que dicha sociedad no es capaz de generar sabiduría (que nos dice lo que debemos hacer), al menos en la misma progresión que lo hacen las anteriores. Por ejemplo, se sabe que podemos clonar seres humanos, pero todavía no sabemos cuándo es razonable hacerlo. Por consiguiente, las universidades, aun en épocas tan tecnificadas como la actual, nunca deberían ser ajenas a la educación en humanidades, que nos ayudan a entender el "por qué" conviene hacer las cosas, no vaya a ser que algún día nos llegue a ocurrir lo que Gabriel García Márquez decía de sí mismo: "Desde muy pequeño tuve que abandonar mi educación para empezar a ir a la escuela".

*Rector de la Universidadde Extremadura