Andaba yo dándole vueltas a cómo parodiar una actualidad política absurda cuando caí en la cuenta de que esa realidad es una parodia de la parodia. Sucedió ayer con la campaña que el PSOE lanzaba horas antes de la comparecencia de Rajoy en el Congreso. Bajo el hashtag #rajoydilaverdad, la cuenta socialista tuiteaba un wasap donde se leía «Sé fuerte», y uno ya no sabe si era un guiño al mensaje a Bárcenas o al eslogan que, también estos días, emplea Netflix: Sé fuerte. Vuelve Narcos.

Además, los socialistas han creado una lista musical de Spotify en la que invitan al presidente a desembuchar. Hay algo que suena a arrastre de uñas en pizarra cuando un partido provecto emplea la cultura pop. Algo similar a cuando un divorciado talludo se compra unas zapas de running fosforito y embute su pulgar en un anillo o se tatúa un motivo tribal en el coxis para volver (cito) «a ponerse en el mercado». Esta ITV cultural sucede en ficciones como The Thick Of It, donde se parodiaba un ministerio británico de ineptos: el asesor le preparaba un kit con discos y series del momento al desnortado cargo. También en la realidad: el alcalde de Reikiavik, el cómico punk Jon Gnarr, afirmó que no se reuniría con ningún líder de la oposición que no se hubiera tragado todas las temporadas de The Wire.

Los socialistas no le han grabado a Mariano canciones de bandas como Rajoy Division, sino temas de Sabina, Zahara, Bisbal, Los Planetas o Camela, una selección estudiadamente inclusiva y enrollada (¡e irónica, según para quién!). Imagino a Pedro Sánchez con dificultades para cantarla íntegra, estudiando la letra en Google el día antes como probablemente hizo para arrancarse con La Internacional (uno no sabía si su puño en alto era orgullo obrero u homenaje a OT).

El otro día, en un chiringuito de Castelldefels, contemplé cómo un padre se dejaba la piel en congeniar con su hija adolescente (pelo teñido de turquesa) y su novio (aro en nariz). Les suplicaba si querían ir con él a la expo de Bowie o al festival Altaveu. Ella bufaba interpretando ese esfuerzo como impostura y al final se fueron del bar por separado. Con los votantes del PSOE Spotify podría suceder lo mismo. Hay bromas e intentos que no convocan la risa o la rabia, sino, cito al intérprete de Bulería bulería, el «silencio, eterno why mudo como el recuerdo».

* Novelista