WEw l guión previsto se confirmó ayer: Radiotelevisión Española tiene un nuevo presidente elegido en el Congreso por la mayoría absoluta de que goza el PP y el único apoyo complementario de CiU, innecesario aritméticamente pero de una trascendencia política que habrá que aquilatar en el futuro. Leopoldo González-Echenique, abogado del Estado, será el tercer presidente de la corporación desde el 2007, pero con una diferencia fundamental respecto de sus antecesores: Luis Fernández y Alberto Oliart precisaron dos tercios de los votos de los diputados --lo que obligó al pacto y el consenso entre PSOE y PP, como mínimo--, y a él le ha bastado con la mitad más uno gracias a que en abril un decreto del Gobierno reformó la forma de elección. Las endebles explicaciones del PP sobre este cambio legal no pueden ocultar el auténtico motivo: el interés por controlar la potente herramienta que es RTVE. La derecha española exhibe de nuevo una concepción patrimonialista de los medios de titularidad pública. Cuando el desgaste del Gobierno por la gestión de la crisis económica crece, se desboca también la pretensión del PP de usar la cadena en beneficio de sus intereses partidistas. Como síntoma significativo, el uso cada vez menor del término rescate en los telediarios al referirse al plan de la UE para la banca española. González asegura que no tiene "ni intención ni vocación" de dirigir la política de comunicación del Gobierno. Habrá que esperar a juzgar concretamente su actuación en función del ejercicio del cargo, pero lo visto hasta ahora induce al escepticismo.