No importa que 2010 empezara con recelos y acabe con terror. Nada supone que el presidente de dulces o fríos ojos azules bajo cejas ojivales nos mintiera: "Rebajar el déficit, sí, drásticamente, no", o que trascendiera que él no decide nada sino que lo hacen por él los mercados y Merkel . No abruma la indiferencia de Dios en Haití, ni la huelga general fallida, el enriquecimiento vil de personajes vacuos, cerriles y prescindibles como Belén Esteban o la prostitución de CNN PLUS impulsada por la periodista intelectual, progre, desinhibida y comprometida que es Mercedes Milá . Nos la refanfifla el triunfo de un personaje de estuco como Berlusconi que impone el dinero, la carne rosácea, la horterada, el mal gusto y las vísceras por encima de la calidad y la información. Poco entraña que los ancianos de congelados huesos tengan hibernadas sus pensiones, ni que los funcionarios encaren el futuro con angustia, las familias no lleguen a fin de mes, los comedores de beneficencia peten de famélicos, los desempleados pierdan a la par prestación y dignidad. ¿A quién preocupa que no haya forma de atajar el paro o que un estado letárgico se permita despilfarrar el talento de miles de prometedores jóvenes cuyos años de estudio se estrellan ante una previsible oferta pública de empleo raquítica? ¿Alguien se incomoda porque en nuestra ciudad solo aumenten las pintadas en las inocentes paredes y cierren cines, cafés, comercios y kioskos? En este año espantoso que muere en estado de alarma, a pesar de los rescates insolidarios y salvajes, la solitaria enfermedad del rey, las horrendas o ridículas filtraciones, la obscena persecución a los cristianos en Oriente ante la indiferencia de Occidente, la entronización de Rubalcaba y el aparente entierro de nuestras esperanzas, algunos de ustedes habrán amado, habrán hecho sonreír a un niño y devuelto la confianza en la vida a un anciano. Así que créanme: "las personas felices tienen mala memoria y buenos recuerdos". Y permítanme un ruego: a través de la niebla conserven la alegría.