TLtos dirigentes del Partido Popular hacen como que están muy contentos con los resultados de la última encuesta del CIS, en la que sacan al Partido Socialista seis puntos de diferencia. El otro día me atrevía yo a decir en una tertulia televisiva que si yo fuese el Partido Popular o Mariano Rajoy me metería debajo de las piedras. Se me tildó de exagerado. Vale. De acuerdo. No me metería debajo de las piedras... sino debajo de un paraguas para protegerme de las imprecaciones político-dialécticas.

El panorama es sencillo.

El trabajo de campo del sondeo se realizó en el momento peor de la peor de las crisis, tras las semanas siniestras y los fines de semana en que los grandes especuladores internacionales mentían a mansalva para perjudicar los intereses de España y su economía, y de paso, al Gobierno del presidente Rodríguez Zapatero . Era cuando se pretendía que España estaba más o menos como Grecia y cosas por el estilo, con una cierta aceptación de esas canalladas desde algunos ámbitos de la derecha, por si había tajada que sacar. Tajada había, pero no mucha, como lo demuestran esos vaticinios electorales que nos ofrecía el CIS.

Si el trabajo de campo se hubiera realizado semanas después, cuando ya se habían publicado los datos demostrativos de que la economía española no era de las peores, o de que nuestro sistema financiero salía muy airoso de los famosos tests de estrés, o de que el Gobierno había tomado medidas muy duras pero que entendía necesarias, esos seis puntos de diferencia se habrían diluido o se habría regresado al empate técnico. En cualquier caso, en aquellos momentos peores, si la oposición de la derecha y su líder hubiera concitado la confianza de los españoles, la encuesta tendría que haberse disparado a una diferencia de al menos veinte puntos.

Si los datos siguen siendo discretamente alentadores, si la confianza aumenta un poco más, si el paro se sigue reduciendo como en estos últimos cuatro meses consecutivos, todo ello muy probable, el regreso al empate técnico no es una idea disparatada.

La victoria en las próximas elecciones generales hay que merecerla, hay que ganársela, hay que trabajársela.